Los motivos que llevan a los tenistas a raparse el pelo son diversos y, en realidad, sólo ellos saben por qué lo hacen realmente. Marcos Baghdatis y Fernando Verdasco son los últimos de una saga de reciente creación que a veces utiliza el cambio de look como una auténtica declaración de principios.
Los clásicos del pelo largo como Guillermo Vilas, Ilie Anastase o Björn Borg nunca renunciaron a esa imagen que los hacía, y los hace, tan característicos. Sin embargo, la "desnudez" capilar de Andre Agassi abrió la veda para que fueran muchos los que utilizasen la tijera como manera de convertirse en un "nuevo yo".
Dice la Wikipedia, siempre sabia hasta que se demuestre lo contrario, que existen diez categorías dentro del afeitado de cabezas (el "head shaving" tiene su propia entrada): militar, prisión/castigo, religión, clase social (la cabeza rapada se asocia a las clases más pobres), deporte (por ejemplo los nadadores), alopecia, skinheads o cabezas rapadas (nada que ver con nuestros tenistas), actos benéficos o ficción (actores que se preparan para determinados papeles). Los tenistas, ahora lo veremos, se clasifican principalmente entre deporte, alopecia y actos benéficos pero especialmente en una undécima categoría: dejar atrás malas rachas.
El pionero de esta moda fue Andre Agassi. Tal y como ha reconocido en su biografía, llegó incluso a utilizar una peluca que se tuvo que sujetar con unas 20 horquillas en el Roland Garros de 1990.
Estaba más preocupado por su incipiente calvicie que por ganar el Grand Slam pero finalmente la aceptó y decidió raparse, aunque primero conservó la "perilla", suponemos que para que no fuera tan traumático el cambio total que luce en el presente.
Otro tenista a quien se conocía por su melena, especialmente por su coleta a lo "último mohicano" es Patrick Rafter. En la "rapada" de Rafter se unieron dos factores, el deportivo y el benéfico. En la semifinal de 2001 del Abierto de Australia, Rafter se quejó de rampas y del calor, por lo que le sugieron que, en lugar de quejarse tanto, intentase "aligerar" su cabeza y vestir más fresco.
La broma se fue desarrollando en un acto benéfico a favor de la asosiación Cherish the Children Foundation, y el nadador Michael Klim se encargó de afeitar la cabeza del australiano.
Andy Murray también es conocido por su imagen y también se ha cortado el pelo por una buena causa. Igual que sucedió con Rafter, Murray parece encontrarse bastante a gusto con su pelo largo pero, de vez en cuando, claudica y se lo recorta.
Gracias al gesto de Murray, la BBC Radio recaudó en una ocasión 10.000 libras para Children in Need, aunque el escocés no parece, a juzgar por las imágenes, especialmente encantado con la idea.
Marat Safin, además de tener un pelo parecido al de Murray, también era criticado por los medios de comunicación más paternalistas que le recordaban de vez en cuando que tenía que cortarse el pelo.
Hay incluso foros en Internet con discusiones larguísimas sobre el largo ideal de Safin. Y es que el tema del pelo da mucho que hablar... El caso de James Blake es otro ejemplo; el tenista norteamericano lucía unas impresionantes 'rastas' al inicio de su carrera a las que renunció tras una pésima racha de la que resurgió como un hombre nuevo.
Según su agente, Blake podría haber llegado a perder hasta un millón de dólares en contratos, ya que en aquella época era un cotizado modelo, pero el tenista siempre se ha mostrado encantado con el cambio, tal y como comentaba en la revista People, que le dedicaba toda una página a su nueva imagen.
El cambio de imagen clásico de la adolescencia a la juventud que, en el caso de los tenistas, es casi su madurez como jugadores, es algo compartido por muchos de los deportistas de la última generación: Tommy Haas, Roger Federer o Juan Martín Del Potro se cortaron la melena para reconocerse en una nueva imagen con la que les ha ido mucho mejor. Algunos cambios, son necesarios.
También es cierto que, a veces, además de la juventud, es una cuestión de moda. A finales de los noventa y principios de la década del 2000, se llevaba el look "pirri": una coletita con algo menos de la mitad del pelo que no quedaba muy bien que digamos.
Goran Ivanisevic, igual que Federer y Rafter, llegó a la conclusión de que la mejor solución para poder ver la pelota -o al menos la más favorecedora- era cortarse el pelo.
Algunos jugadores aguantaron su imagen, pesase a quien pesase, prácticamente a lo largo de toda su carrera, aunque también es cierto que la del próximo protagonista no fue especialmente larga. Si hay un tenista conocido por su pelo es Gustavo "Guga" Kuerten. Además de por ser el segundo jugador de la historia con el ranking más bajo en ganar un Grand Slam (Roland Garros en 1997) y por conseguir dos más, Kuerten fue en el cambio de décadas un tenista muy querido y seguido por su imagen diferente. Diferente por su nacionalidad, su buen humor, sus grititos en la pista y, como no, por su pelo.
En 2009 Kuerten consiguió el ingreso en la universidad y lo anunció a los seguidores de la ATP con una imagen mucho más "formal".
Fernando Verdasco es el caso contrario a Kuerten. Su pelo ha cambiado ya en innumerables ocasiones, aunque su último peinado -el rapado- ha sorprendido a todos por su radicalidad y porque hasta hace nada estaba anunciando un champú anticaspa, por lo que los propietarios del mismo no deben de estar muy contentos con el cambio del madrileño.
El tenista español parece haber sufrido un "momento Britney Spears", que es como bautizó Andy Roddick al afeitado de pelo que se hizo el año pasado tras caer en octavos de final ante Lu Yen-hsun en Wimbledon. Ese corte de pelo que significa coger aire y comenzar de nuevo.
Igual ahora que acaba de salir del Top 20 vuelve a pasarse la cuchilla. En cualquier caso, la diferencia en el caso de Roddick no es abismal. Sin embargo, hay jugadores con una imagen tan establecida que no se les reconoce sin ella. Marcos Baghdatis es uno de ellos.
Sonriente, barbudo y peludo. Así se conoce a Baghdatis, aunque en la campaña americana que precede al Abierto de EE.UU. le hemos visto de una forma muy diferente. ¿Qué significará este cambio? El chipriota, de tan sólo 26 años, todavía tiene tiempo para cambiar y para que volver a verle, si nos deja, con melena.