A final de julio la temporada de tierra batida habrá concluido definitivamente, a los chicos sólo les queda por disputar los torneos ATP 250 de Gstaad (Suiza), Umag (Croacia) y Kitzbühel (Austria) en las próximas semanas, y el ATP 500 de Hamburgo que comienza en unos días. Pero el circuito americano ya se pone en marcha con el torneo de Atlanta, al que seguirá el Farmers Classic (Los Ángeles) y Agosto es el mes de la pista dura en Norteamérica.
Para las chicas, se pone punto y final a la tierra batida esta misma semana, con la final de Palermo y la de Bad Gastein y también cruzan el Atlántico para seguir su gira.
El circuito acelera y es la hora de los sacadores y los voleadores
En realidad, ambos circuitos pasan por un gran vacío de especialistas en la volea. Es verdad que sí abundan los cañoneros y las grandes sacadoras, pero es muy difícil hoy que un tenista se defina, propiamente, como un jugador de saque y volea.
La ventaja del servicio, gracias a un ace, un punto directo o una situación muy ventajosa tras abrir la pista sacando al rival de la misma, suele ser aprovechada últimamente, con más frecuencia, por golpes ganadores de derecha, no por subidas a la red para cerrar el punto. Se acabó la época de los McEnroe, Edberg, Becker y compañía, o de los Ivanisevic, Patrick Rafter o Pete Sampras, más recientemente.
Algunos tenistas especialistas en pistas duras, cubiertas o con moqueta, se han manifestado como tales por su efectividad con los servicios ganados con el primer saque, pero no necesariamente en la red.
No hay ningún jugador de estas características, saque y volea, “serve and volley”, entre los primeros del ranking, aunque, obviamente, muchos de ellos son excelentes finalizadores en la red. El más claro ejemplo, quizá, lo hayamos visto en los últimos años en la elite, en la forma en la que afrontó Roger Federer la Copa de Maestros de 2010. Pero no fue un juego donde atacara en la mayoría de los puntos, si no un recurso utilizado con mayor frecuencia de lo habitual. Sin embargo, deberíamos considerar al suizo, como el mejor voleador del momento.
La efectividad de jugadores como Murray, Djokovic, Del Potro, Berdych o el propio Nadal en la red, responde más a que, después de madurar un punto a base de buenos golpes de fondo, cuando se incorporan lo hacen para cerrar de forma definitiva, pero no utilizan la potencia o colación de su servicio para irse inmediatamente a acabar con una volea.
De los tenistas que habitualmente se mueven en el circuito en el cuadro individual, sólo el francés Llodrá o Benateau son eminentemente jugadores de ataque.
Otros especialistas en dobles, se dejan ver, de vez en cuando, por los cuadros individuales como Max Mirnyi, Daniel Nestor, Nenad Zimonjic... y sí utilizan esta técnica como estrategia habitual.
Otros como Feliciano López, ha progresado mucho en su juego de volea últimamente y es capaz de practicarlo con solvencia en pistas rápidas, pero no es un jugador encasquillado en este corsé, dado que sigue optando, la mayoría de las veces por seguir jugando en el fondo de la pista, y deja que su mejor golpe, el saque, le mantenga a flote en la ATP.
Otros especialistas españoles se dan mucha destreza en la cinta. Marcel Granollers abandona el fondo con asiduidad para jugarse puntos y algunos partidos por allí.
El caso más curioso en los últimos años ha sido el de Iván Navarro Pastor. Un jugador que sí podemos encasquillar en ese clásico perfil de tenista. De hecho, lo mejores resultados del valenciano se han producido en pistas duras, donde su juego se adapta mucho mejor.
Los americanos
No obstante, la llegada de la pista dura le vuelve a abrir especialmente, el abanico de posibilidades para los americanos.
John Isner es un tenista peligroso en este tipo de pistas. Lo fue igualmente en Roland Garros, donde le endosó un 1-2 a Nadal antes de que el mallorquín acabara remontándole el partido, pero es un tenista cuya potencia le permite ser muy difícil de restar.
Sam Querrey es muy parecido. Su juego de fondo de pista es muy irregular y no se mete en largos intercambios, antes prefiere pegar un palo, jugándose un winner, que llegar a grandes rallies de más de 10 golpes. Pero la violencia de su servicio le otorga muchas ventajas en pistas rápidas.
Andy Roddick es el claro ejemplo de un jugador que no necesita ser un gran voleador para ser un jugador dominante en pista rápida. Primero, como la mayoría por su saque, pero después es por la potencia de su golpe plano de derecha. Mucho más habitual en el de Nebraska que una volea a media pista.
Ivo Karlovic: El croata es otro clásico de los jugadores especialista en pista dura, pero, primero, su bajada de nivel los últimos años y segundo, su inconsistencia en la volea ha dejado una impronta de mero sacador.
Golpes planos
A falta de voleas espectaculares, las pistas duras nos dejan la posibilidad de ver espectaculares golpes planos que se convierten en winners. Hay grandes especialistas con su derecha que les convierte en rivales muy temibles en cuanto cogen el dominio del punto. Ahí sí, vemos la derecha de Roddick, la de Jo-Wilfred Tsonga o la de Juan Martín Del Potro, con una gran facilidad para acelerar la pelota y hacerla inalcanzable para cualquier jugador del circuito.
WTA
También las chicas dejan desde la semana que viene la tierra y comienzan la temporada americana en pistas duras. En realidad, el juego del circuito femenino es bastante parecido en cualquier superficie. La supremacía del saque es mucho menor, a pesar de jugadoras como Kvitova o Azarenka tienen un saque poderosísimo, no lo utilizan para atacar a continuación en la red. Los golpes planos y desde el fondo son las armas más utilizadas por las mejores jugadoras del circuito femenino y es muy difícil ver a las chicas subir a la red si no es para finalizar un punto con ventaja que han adquirido desde el fondo de la pista, o para rescatar una bola corta.