Al hilo del árticulo que comentamos el 7 de junio en Puntodebreak, "La crisis del tenis estadounidense", nos volvemos a hacer eco de la situación norteamericana tras su derrota en la Copa Davis, en casa, frente a España.
Estados Unidos ha sido, históricamente, la gran superpotencia del tenis mundial sólo ensombrecido en algunos periodos por los australianos, (especialmente antes de la Era Open) y algún país que ha dado algún superclase, como Suecia, (con Borg, Wilander o Edberg), Suiza con Federer o España, ahora con Nadal, o la República Checa, con Lendl. No obstante, Estados Unidos ha sido el gran dominador del circuito. De hecho, es con mucho el país con más títulos de Gran Slam, 53, seguido de Suecia, con 25, de Australia con 20 y España 17 y también el gran dominador de la Copa Davis, con 32 entorchados. Cuatro más que Australia, la otra gran desaparecida, y a un mundo de los siguientes países, Reino Unido y Francia con 9 y Suecia con 7.
No obstante, la llegada del Siglo XXI, ha dado con la catarsis de los países europeos, el nacimiento de grandes súper talentos como el suizo Federer, el español Rafael Nadal, la gran esperanza británica, Andy Murray y el emergente y poderos serbio, Novak Djokovic. Pero parece que Estados Unidos no reacciona.
Desde la retirada del gran Pete Sampras y con el ocaso de Andre Agassi, las listas mensuales y anuales de los Top 10 se han visto, prácticamente huérfanas de jugadores estadounidenses. Hasta 2005 la situación aún se sostenía. Pero lejos quedaba el dominio aplastante de los Connors, McEnroe...
En 2002, Agassi, aún en plena forma, era el número 2 del mundo. Roddick comenzaba a sonar y merodeaba el top-10, pero acabó el año el duodécimo. Y Sampras ya se despedía del profesionalismo.
En 2003, la figura de Andy Roddick eclosionó y se hizo con el número 1. Por entonces, Agassi, aún aguantaba el tirón y era el 4, pero no parecía que el relevo les fuera a perpetuar. Fish (20), Spadea (24), Dent (33) y Blake (37), eran los únicos norteamericanos entre los 50 primeros.
En 2004, Roddick cedió su trono para ocupar el número 2, con Agassi todavía en órbita como número 8. Pero el tercero en las listas era el mediocre Vincent Spadea, en el puesto vigésimo. Con Dent (32) y Fish (37) en papeles poco relevantes.
En 2005, se produciría la retirada de Agassi. El de Las Vegas, aguantó el tirón hasta los 36 años y con 21 como profesional. Y lo hizo como un Top ten, como número 7 del mundo. Ahí dejó huérfano a Roddick, que seguía como número 3. Por entonces, otra joven promesa, Robby Ginepri parecía que podría asomar en la elite, (no fue el caso) y se confirmó que James Blake acompañaría al de Nebraska en los primeros puestos de la ATP. También Dent estaba entre los 30 primeros.
2006 confirmó la mejoría de Blake, cuyos golpes le auguraban un próspero y largo futuro entre los mejores. Junto a él, Roddick se manejaba siempre en los primeros puestos y acabó 6º. El problema es que ya sólo Fish aguantaba entre los 50 primeros y era el tercer estadounidense en las listas. Ginepri se descolgó hasta el 51, Goldstein aparecía más allá del septuagésimo y Spadea (73), Gimelstob (86) o Kendrick (87) cerraban la lista de estadounidenses entre los 100 primeros sin ninguna relevancia.
En 2007, los americanos ganaron su última Davis. Entre Roddick y Blake en los individuales, y los gemelos Bryan en el doble, consiguieron el último título para el país de las barras y las estrellas. La sequía se prolongaba desde 1995, cuando Sampras y Courier, el actual capitán, lideraron la victoria yankee en Moscú. Con este resultado, cerraban el trigésimo segundo título en la máxima competición por equipos. Y ahí parece estar un punto al que tendrá que pasar mucho tiempo para seguir. Por entonces, Roddick figuraba el sexto en la ATP y Blake décimo tercero. Pero la distancia con el resto de jugadores seguía siendo abismal. Fish ocupaba el trigésimo noveno puesto, Querrey el sexagésimo tercero y Spadea (77) y Rusell (82) figuraban anecdóticamente entre los 100 primeros.
2008 fue el último gran año de Blake, ya que acabó cerrando el top 10, y Roddick continuaba por allí, octavo, pero cada día con más problemas para sacar buenos resultados en Europa. Sólo 5 jugadores más entre los 100 primeros y, lo más preocupante, sólo 2 de ellos entre los 50. Querrey (39) y Fish (24).
Desde entonces el peregrinar del tenis americano por la ATP es impropio de una superpotencia de esta magnitud. En 2009 la situación era bochornosa. Roddick séptimo, pero el más cercano a los puestos de privilegio era Sam Querrey, el vigésimo quinto y tras él Isner, el trigésimo cuarto.
En 2010 Fish, Querrey e Isner se metieron entre los 20 primeros para darle dignidad a la posición americana y Roddick se ha mantenido siempre entre los 10 primeros, pero cada vez con más dificultades y parece que el fuel se le acaba al bombardero de Nebraska.
El gran final de año de Fish en el circuito americano, le ha permitido estar por primera vez en el top 10, pero parece difícil que pueda mantenerse ahí con unos registros tan pobres lejos de norteamérica, aunque sus Cuartos en Wimbledon le van a dar un colchón que le sostendrá entre los mejores.
Las claves
Los estadounidenses no parecen haberse adaptado al juego moderno. Una vez perdida la supremacía del servicio, sus golpes de fondo son mediocres y sobreviven en el circuito con grandes servicios o una derecha digna. La desaparición de Blake de la elite, (el único que dominaba con sus golpes desde el fondo), ha llevado a un estilo tosco y en desuso a la mayoría de americanos.
Fish es un jugador irregular que sí tiene armas para derrotar a cualquiera. Un gran servicio y poderosos derecha y revés. Con un juego en media pista aceptable y una volea digna, pero es muy inconstante y comete muchísimos errores no forzados en sus ataques. Los demás, son jugadores con muchísimos problemas para la defensa. Con movilidad muy reducida y con una única arma; el servicio. Querrey e Isner, son dos tenistas de gran tamaño con muy poca movilidad. En un momento de juego en el que los grandes jugadores son capaces de sacar como ellos midiendo menos de 20 centímetros que cada uno, y les dominan sin problemas desde el fondo de la pista, sus opciones son muy limitadas. Incluso Roddick, poderoso en el juego cuando él domina, ha tenido que empezar a agilizar su juego de piernas para poder mantenerse en el top-10.
Evidentemente, Estados Unidos ha sido siempre cuna de enormes talentos y se espera que en menos de 4 ó 5 años, algún tenista vuelva a ilusionar al público estadounidense, pero de momento la negativa de competir en el circuito europeo al máximo nivel y la pereza de soltarse en pistas de tierra batida, tiene lastrada a la elite americana a hacer grandes giras en los torneos que se disputan al otro lado del Atlántico.
Las chicas, peor
Pero si el problema para la Federación de Tenis Estadounidense, (UTSA, United States Tennis Association), es preocupante por la bajada de nivel y la cantidad de tenista que son capaces de meter enter los 100, los 50 y los 10 primeros, lo del tenis femenino es auténticamente desastroso.
Con la desaparición de las Williams, inabordables a principios de la década por la potencia de su servicio y sus golpes, Estados Unidos se ha quedado sin una sola de sus representantes que pueda hacer frente a las jóvenes tenistas europeas, sobre todo del Este, que están copando las primeras posiciones de la WTA. La primera norteamericana que encontramos en la lista de entradas es Bethanie Mattek-Sands, una jugadora de perfil medio que no dice nada en el circuito.
Venus se ha ido a parar a la trigesimo cuarta posición y no parece tener argumentos para poder volver a remontar y no hay más tenistas entre las 90 primeras!!