La final que nadie recuerda
Wimbledon 1996

Wimbledon es, entre otras cosas pero sobre todo, tradición. Un torneo de costumbres y protocolos que sólo se saltan muy de vez en cuando, por ocasiones especiales o por el propio peso de la evolución y el paso del tiempo en el tenis. Esto también se aplica a los campeones de este Grand Slam.
Desde que se iniciase la Era Open en 1968, si miramos al cuadro de ganadores y finalistas de Wimbledon, los nombres se repiten. A finales de los 60 y principios de los 70, Rod Laver y John Newcombe; en los 70, Jimmy Connors y Björn Borg con algo de Ilie Nastase; en los 80, John McEnroe y Stefan Edberg compartiendo década con Boris Becker o Ivan Lendl; en los 90, dominio de Pete Sampras con permiso de André Agassi, y en la década 2000-2010, reino de Roger Federer a expensas de Andy Roddick, compartiendo trono con Rafa Nadal. Escasísimas excepciones: 1973 con Jan Kodes y Alex Metreveli, jugadores de dos países que ya no existen (Checoslovaquia y URSS) que, aunque no volvieron a disputar una final de Wimbledon, sí que llegaron a semifinales de Grand Slams o incluso a repetir con otros títulos (Kodes ganó dos veces Roland Garros y llegó a dos finales del Abierto de EE. UU.). 2002 con Lleyton Hewitt (final en Australia y título en EE.UU.) y David Nabaldian (semifinalista de Grand Slam en otras cuatro ocasiones).
Además de las excepciones, también hay jugadores que pasarán a la historia por haber conseguido un único título de Wimbledon pero todos ellos lo hicieron sobre rivales de leyenda: Pat Cash ganó a Ivan Lendl, Michael Stich a Boris Becker o Goran Ivanisevic, que ganó a Patrick Rafter en su tercer intento.
Sin embargo, en 1996, se produce una final de Wimbledon no con un finalista sorpresa sino con dos: Richard Krajicek y MaliVai Washington. El holandés ya había apuntado maneras en las semifinales del Abierto de Australia en 1992 y Roland Garros en 1993, de hecho, el año siguiente a conseguir el triunfo en Londres, volvió a llegar hasta semifinales donde perdió una batalla épica contra Ivanisevic por 6-3, 6-4, 5-7, 6-7 y 15-13. Sin embargo, el mejor resultado en Grand Slam para el americano, aparte de su final en Wimbledon, fueron los cuartos de final en Australia en 1994. Washington será probablemente más recordado por su fundación para ayudar a jóvenes con problemas, que por sus méritos puramente tenísticos.
Ambos llegaron a la final por méritos propios porque, tal y como demuestra el siguiente montaje de la BBC sobre Wimbledon '96, no se puede decir que no hubiese "pesos pesados" en el torneo ese año.
Agassi, Kafelnikov, Michael Chang o Jim Courier, cayeron en primera ronda. Stefan Edberg en 2ª, Boris Becker en 3ª, Michael Stich en octavos e Ivanisevic y Sampras en cuartos. De hecho, fue Krajicek quien provocó la única derrota de Pete Sampras en Wimbledon entre 1993 y 2000 (al año siguiente volvería a caer, esta vez a manos de Roger Federer). Este simple hecho, ya le hace merecedor de un título de Grand Slam.
La cuestión es que Wimbledon vivió una de las finales más insulsas de todos los tiempos: 6-3, 6-4, 6-3. Un total de 93 minutos. Lo único que hará memorable esa final es un nombre: Melissa Johnson, aunque tampoco su nombre sino más bien su cuerpo. Esta joven camarera que contraba entonces con 23 años, puede presumir de ser la primera exhibicionista en saltar desnuda a la Pista Central del All England Club.
Puede que, pese al titular de este artículo, la de 1996, sea una de las finales de Wimbledon más recordadas después de todo. A Krajicek el incidente le valió, según él mismo, para arrancarle una sonrisa y romper la tensión del momento. Washington declaró que a él, sin embargo, le dejó algo "trastocado".
El actual 125 aniversario del torneo viene repleto de efemérides de Wimbledon en todos los medios; la anécdota de la joven que saltó desnuda a la pista en la final de 1996 es ampliamente recordada por todos pero si preguntamos el nombre de los finalistas en aquella ocasión, seguro que más de uno tendría problemas de memoria. La auténtica final de 1996 se disputó en cuartos de final, cuando Richard Krajicek salió inspiradísimo a la pista para regalar un recital de saques directos frente al maestro de los saques directos. En su carrera, el holandés se impuso a Sampras en cuatro de las seis ocasiones en las que se enfrentaron y el destino quiso que, en 1996, le ahogase la fiesta al rey absoluto de Wimbledon con siete títulos sobre la hierba del SW19 de Londres. Estos fueron algunos de los mejores momentos de la digna final de Wimbledon 1996.