El pasado fin de semana se produjo un hecho histórico en la Fed Cup y es que Estados Unidos descendió por primera vez en la historia del Grupo Mundial. Desde la creación de la competición en 1963, las estadounidenses siempre han estado entre las mejores, siendo las que más títulos han logrado, un total de 17. En el 2012, jugarán por primera vez en la historia para intentar retornar al Grupo Mundial.
Finalistas en las dos últimas ediciones, viajaron a Alemania con un equipo de urgencia tras las bajas de las hermanas Williams y de Bethanie Mattek Sands. De este modo, la capitana del equipo, Mari Joe Fernández, decidió alinear a Melanie Oudin, Vania King, Christina McHale y Liezel Huber. Todas ellas jugadoras con un ranking muy inferior al de las alemanas.
Lo que les ha ocurrido a las estadounidenses ya se venía venir, precisamente porque sus dos mejores jugadoras, las hermanas Williams llevan ya mucho tiempo sin implicarse con el equipo en la competición y sólo deciden formar parte de él cuando se aproximan unos Juegos Olímpicos. Por otro lado, las norteamericanas ya no cuentan con sustituta de garantía a las Williams.
Este descenso no hace sino sacar a la luz una realidad, el tenis estadounidense femenino no tiene buena salud y no cuenta con jugadoras que puedan sustituir a Venus y Serena, ni en el equipo ni en los rankings.
Oudin despuntó hace dos años en el US Open, aunque después de eso ya nunca logró grandes resultados. Ahora los estadounidenses confían en Christina McHale, aunque habrá que esperar a ver cómo va evolucionando y si, finalmente, la presión no puede con ella.
Lo cierto es el tenis femenino en el país ha perdido enteros y no ha sabido buscar alternativas a la retirada de sus grandes figuras como Seles, Davenport o Capriati.