Con la sorprendente eliminación de Andy Roddick a manos del uruguayo Pablo Cuevas, el tenis estadounidense perderá al último top 10 que le quedaba. Roddick venció el año pasado el torneo, por lo que esta derrota no entraba en las apuestas de su primer partido, le va a hacer caer varias posiciones desde la 8ª plaza actual. Podría incluso llegar a ser nº15 del mundo cuando acabe el Sony Ericsson Open, su peor ranking desde 2002.
A día de hoy Venus Williams es la nº8 del mundo, pero dado que no ha participado en Miami porque aún no está plenamente recuperada, y que el año pasado fue una de las finalistas, su salida del top 10 cuando finalice el torneo está garantizada. Su hermana Serena hace ya varias semanas que dejó de ser una de las 10 mejores tenistas del mundo, su inactividad le hace perder puntos prácticamente todas las semanas.
Más allá de las hermanas Williams el panorama tenístico norteamericano femenino es bastante desolador. En el nº 43 del ranking aparece Bethanie Mattek-Sands, una jugadora que difícilmente llegará a conseguir una mínima parte de lo que las hermanas han conseguido en su carrera. El resto de jugadoras del top 100 que defienden los colores estadounidenses, como Melanie Oudin, Varvara Lepchenko, Coco Vandeweghe o Christina McHale, a día de hoy no son más que tenistas del montón, aunque algunas de ellas, por su juventud, aún podrían seguir creciendo como tenistas.
Si se observa el circuito ATP, el panorama no podría ser más desalentador. Lejos quedaron los tiempos en los que Estados Unidos era una potencia en el mundo del tenis masculino. La época de Sampras y Agassi fue gloriosa para los norteamericanos, pero ahora, con algunas de sus estrellas cayendo a pasos agigantados y cumpliendo años, no aparece ningún joven que permita albergar esperanzas.
Con Roddick saliendo del top 10, será Mardy Fish el mejor jugador estadounidense en el ranking. Pero durante 2011 Fish cumplirá 30 años, por lo que no se puede afirmar que vaya a marcar una época en el tenis. Además presenta graves carencias en su juego, que seguramente le hagan bajar algunas posiciones en poco tiempo.
Sam Querrey y John Isner están limitados por su propio estilo de juego. Son sacadores que basan en este golpe gran parte de su tenis. Y cuando no les funciona el servicio, cualquier jugador les puede ganar. De los veteranos como Kendrick, Blake o Ginepri, solo se puede esperar que llegue pronto el día de su retirada definitiva.
Hablando ya de los jóvenes, de Donald Young se puede afirmar que, por fin, se han dado cuenta los norteamericanos de lo que es capaz, es decir, de muy poco. El único el que parece se podrían esperar grandes cosas es Ryan Harrison, de 18 años. El joven jugador tiene talento y calidad, pero puede que ocurra como con Young. Y es que cuando un tenista norteamericano joven despunta en el horizonte, rápidamente se le encumbra como el jugador que sacará a USA de la mediocridad. Y con 18 años aún se deben quemar muchas etapas para llegar a ser un grande. Y la presión se sufre de diferente manera a esas edades. Así es como se destroza a jugadores que podrían llegar a mucho, pero que se quedan en nada.
Más allá, solo quedan los jugadores asimilados por Estados Unidos a costa de fuertes inversiones económicas, caso de Andrea Collarini. El tiempo dirá si les mereció la pena a los americanos el tiempo y el dinero que se han gastado en él.