Las noticias que vienen desde Japón últimamente no son más que desgracias y catástrofes. Tsunamis, terremotos, pánico nuclear y alimentos contaminados han provocado muchos cambios en el país. Numerosos acontecimientos deportivos han sido suspendidos o aplazados, como el duelo de la Fed Cup entre Japón y Argentina.
Los tenistas japoneses que hay repartidos por el mundo andan con la cabeza más pendiente de la actualidad de su país, donde tienen familiares y amigos. Jugadores como Kei Nishikori, Tatsuma Ito o Go Soeda, así como las tenistas niponas como Kimiko Date-Krumm o Ayumi Morita, participan en campañas para recopilar fondos para ayudar a Japón.
Todos estos tenistas japoneses jóvenes tienen una figura que idolatrar y a quien aspiran a parecerse. Se trata de Jiro Sato, el mejor tenista japonés de todos los tiempos.
Jiro Sato nació el 5 de enero de 1.908 en Shibukawa (prefectura de Gumma) y llegó a ser el tenista nº3 del mundo cuando tenía 25 años, solo por detrás de 2 grandes como Jack Crawford y Fred Perry. Su vida tuvo un desenlace trágico, pues el 5 de abril de 1.936, con tan solo 26 años, fallecía de manera inesperada.
Ese fatídico día, el Hakone Maru partía del puerto de Singapur en dirección a Penang, atravesando el estrecho de Malaca. Ésta era la primera etapa de un viaje que debía llevar al equipo japonés de Copa Davis a Europa a competir contra Australia en la segunda ronda de la competición. Jiro Sato era el capitán del combinado nipón, ya que desde los tiempos de Zenzo Shimizu, no había habido un representante del tenis japonés que llevase el nombre del país con tanto orgullo y éxito.
En el palmarés de Sato destacan los logros conseguidos en Grand Slam, alcanzando hasta 5 semifinales (Roland Garros 31 y 33, Wimbledon 32 y 33 y Open de Australia 32). También cabe destacar que en 1.933 fue finalista de la competición de dobles en Wimbledon, formando pareja con Ryosuke Nunoi.
Jiro Sato habías estudiado en la universidad de Waseda, y estaba prometido con Sanaye Okada, con quién iba a contraer matrimonio y que era su compañera de dobles mixtos en ocasiones. Pero ese proyecto nunca se cumplió.
Sobre las 23:30 de ese 5 de abril, el compañero de cabina de Sato se retiró a dormir, pero al entrar no lo vio. En cambio lo que encontró fueron 2 cartas escritas por él, una dirigida al capitán del navío, en la que le pedía diculpas por la vergüenza que le iba a hacer pasar, y la otra a su equipo de Copa Davis.
En esta última detallaba sus sentimientos, la presión a la que se estaba sometido desde Japón y que no se veía capaz de luchar para ayudar al equipo a ganar. Sus intenciones estaban claras, iba a suicidarse.
Rápidamente se pusieron a buscar por todo el barco y lo único anormal fue el descubrimiento de que faltaban 2 juegos de pesas y una cuerda usada para saltar en los entrenamientos del equipo. Aunque el Hakone Maru dio la vuelta y buscó durante más de 7 horas, no fueron capaces de encontrar a Sato, y la noticia de que se había suicidado tirándose por la borda, dio la vuelta al mundo.
La teoría oficial habla de que Sato quería descansar del tenis durante una temporada, en la cuál quería compartir tiempo con su amada y contraer matrimonio. Pero la asociación japonesa de tenis no se lo permitió, alegando que lo primero y más importante era el honor del país. En aquella época, Japón buscaba impresionar al mundo de todas las maneras posibles, incluida, por supuesto, la militar. Esa presión fue demasiada para él.
Pero existe una teoría extraoficial, que habla de que surgió un grave problema en lo que respecta al futuro matrimonio con Sanaye Okada. Al ser ésta hija única, su marido debería llevar el apellido de ella para preservarlo. Numerosos parientes de Sato se opusieron, y aunque él, en un principio, no pareció darle mayor relevancia, bien podría ser el verdadero motivo de la angustia que sufría el tenista.
En cualquier caso, la vida del mejor tenista japonés de todos los tiempos se perdió en el mar, y a día de hoy, casi 100 años después, aún no ha habido nadie capaz de igualar sus registros.