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Carlos Moyá tiene la suerte de pocos, porque se despide del circuito profesional con el dulce recuerdo de haber sido el mejor. Sí, el día de hoy supone su retirada, pero en el recuerdo quedará cuando ganó Roland Garros, el hecho de ser en muchas ocasiones portada de diarios, y principalmente que fue un tenista que le sacó jugo a su profesión desde sus comienzos en 1995, cuando consiguió su primer título en Buenos Aires. Después, la escalada en el Ranking ATP, la final de Australia, el inusual abrazo con Corretja, las lesiones y el puntazo de Copa Davis ante Andy Roddick. ¿Hay un momento más relevante que otro? Aquí va, el homenaje a Charly.
Quizás no sea lo más importante de la carrera de Carlos Moyá, pero para empezar no puede faltar en su homenaje: "la vida es el juego más excitante", rezaba el eslogan de su colonia. Es verdad, no es más que un juego de marketing, aunque bien puede traducir el color que Moyá siempre intentó imprimir en las pistas de tenis. Cuando su derecha no funcionaba con la intensidad de costumbre, no hacía otra cosa que sonreír. Se divertía, consciente de que el tenis no es más que un deporte. Y quizás por eso es que sus éxitos trascendieron más allá de España y China.
Desde Palma de Mallorca hasta París, pasando por Melbourne
Producto de un raqueteo constante desde que tenía seis años, Carlos Moyá comenzó a destacar desde muy joven, y por eso ganó el Europeo sub 18 y la Copa Galea en 1994. Una temporada después, en 1995 tenía 19 años y ya daba que hablar. No era "Charly" todavía, pero sí "el español" conocido por aplastar a más de un porteño y derribar en la final de Buenos Aires a su compatriota Félix Mantilla. Su primera proeza fue ni más ni menos que allí, en la capital Argentina, ciudad que posteriormente consideraría como su segunda casa.
Y así continuaron los primeros pasos de Carlos Moyá en el circuito ATP. Aunque no pudo ganar a Jordi Burillo en Barcelona, un año después de su paso por Argentina logró renovar la gloria en el ATP de Umag, venciendo nuevamente al ex top 10 catalán. En poco más de dos temporadas Charly consiguió meterse en el top 20, y trepó hasta pertenecer a los 10 mejores tras alcanzar la final en Australia 1997 (no pudo con Sampras 2-6 3-6 3-6) y ganar el Long Island a Rafter, además de llegar a algunas finales entre las que destacamos la de Indianápolis. Y consecuencia lógica, aunque no tan lógica como para predecirla, el título de Roland Garros 1998.
Moyá se encontró en la final del 'major' parisino con su paisano Alex Corretja, a quien ya le había ganado ese mismo año en el Masters de Montecarlo. El que aquí recibe el homenaje partía como favorito, aunque nadie comprendió como la definición terminó tan rápido. Fue 6-3, 7-5, 6-3 para un Charly de gran servicio y más efectivo que su rival en todos los aspectos del juego. La tierra batida del Roland Garros vio a un español campeón cuatro años después del título obtenido por Sergi Bruguera. Y así Carlos Moyá cumplió uno de los sueños que le llevaron a entrenar día tras día desde que sólo era un niño.
Prosperidad y crisis
Los logros de Moyá le llevaron a la cima del Ranking ATP, premio que la mayoría de los tenistas jamás reciben en sus carreras. Bruguera, por ejemplo, ganó dos veces Roland Garros y no pasó del escalafón número tres de la clasificación, mientras que el catalán David Costa, también vencedor en la arcilla parisina, nunca ingresó en el privilegiado top 5. Sin dudas que Charly pisó la gloria en el momento justo. Y el 15 de marzo de 1999 se encontró primero en el ranking. El mejor tenista del mundo en ese momento. Duraría una semana, aunque un segundo parece ser suficiente.
Después y desde la coronación en París, al amigo Carlos Moyá fue víctima de una sequía de títulos que duró casi dos años, perdiendo finales como la del Tennis Masters Cup ante Alex Corretja en 1998 y la de Indian Wells ante Phillippoussis en 1999. Si bien seguía demostrando su poderío tenístico, decayó a raíz de una lesión en la espalda que le obligó a retirarse del Roland Garros 1999. Pero Charly no desistió y de nuevo se reencontraría con el triunfo en Estoril 2000 venciendo en la final a su compatriota Francisco Clavet, lo que significó una renovación de fuerzas para el nuevo milenio.
Más títulos hasta gritar ¡Viva España!
Tras celebrar en Estoril, Moyá volvió a pisar firme en el circuito y se hizo de varios trofeos por todas partes del mundo. Tres veces ganó en Umag, dos en Acapulco, Bastad, Cincinnati, Buenos Aires, Barcelona (primer torneo ganado en su tierra), Chennai y Roma. A su vez, Charly alcanzó las finales de los Masters de Montecarlo y Miami, donde fue derrotado por Ferrero y Agassi respectivamente. Pero lo mejor llegaría al final del año 2004, cuando el público presente en el Estadio Olímpico de la Cartuja se tiró a los pies de un héroe.
Ante Estados Unidos en Sevilla, España ganó la Copa Davis gracias a los dos puntos conseguidos por Moyá. Primero derrotó a Mardy Fish y luego barrió al obstáculo más complejo, Andy Roddick. Fue la segunda Ensaladera de Plata para La Armada, que luego ganaría dos más en 2008 y 2009 ante Rusia y Argentina. Simplemente espectacular. Inolvidable.
Cambio de entrenador, vuelta al top 20
Su segunda consagración en la tierra batida de Buenos Aires abriría el 2006 para Moyá. Un año en el que decidió cambiar de entrenador para refrescar su juego. Contrató al argentino Luis Lobo, actualmente a cargo de Juan Mónaco. Y con él conseguiría reubicarse entre los mejores 20 del circuito: y otra vez, Charly fue rey de Umag, el 29 de julio de 2007, día en que ganó su último torneo.
Puerta de salida
Con más de 12 años de tenis profesional al más alto nivel a sus espaldas, y pensando en una retirada no muy lejana, el tenista de Palma de Mallorca comenzó a descender en el Ranking ATP hasta ubicarse por debajo del top 500. Participó del Abierto de Australia en 2009 y 2010, pero no logró pasar de la primera ronda. Su despedida comenzaba a ser una realidad. ¿Definitiva? Nada puede asegurarse hasta escuchar las palabras del protagonista. El caso Muster nos detiene y nos da esperanza, aunque Charly aclaró en octubre de este año que seguramente no copiará sus pisadas. Y explicó: "Muster nunca se retiró del todo porque se mantuvo jugando el circuito senior".
Dueño de una personalidad carismática y una humildad encantadora, Moyá deja el aire de galán para otro momento. "No me siento espejo de nadie. Está claro que este año está siendo el año de Rafa Nadal, quien con sus éxitos "desgraciadamente" está ensombreciendo los títulos del resto de La Armada, que también están cumpliendo con nota", decía en octubre al diario Marca.
La admiración por Rafa Nadal no es más que un fruto de la amistad que existe entre ambos. Si bien el manacorí le despedirá con una ventaja de 6-2 en el H2H, Moyá se retirará con grandes victorias. Entre otras la goleada del Inter de Milan sobre el Manchester United. Espectacular una vez más.
Para despedirse, Puntodebreak le pidió una reflexión vía Twitter. "Hasta luego, Lucas", escribió, remontándose a la final del Abierto de Australia 1997. Su humor, como veis, no ha cambiado. Y eso hace que Moyá se vaya por la puerta grande, sin recelos ni arrepentimientos.
Y ahora sí, para cerrar definitivamente este homenaje, después de la rueda de prensa en la que Carlos Moyá confirma su retirada definitiva del tenis profesional. Podemos añadir que el tenista de Palma de Mallorca estará presente en Sevilla, entre el 9 y el 11 de diciembre en el Masters Nacional de tenis. Será en el Pabellón San Pablo de la ciudad que le vio ganar la Copa Davis 2004 donde todos los aficionados al tenis masculino profesional podamos despedirnos de él. ¡Salud, Charly!