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Hay veces que los pronósticos se hunden en arenas movedizas, esas que poco contemplan las probabilidades, los rankings y el análisis previo. Cuando el deporte escapa al razonamiento y las epopeyas se vuelven realidad. Cuando no hay forma de entender lo que pasó. He aquí la historia de un croata que a los 30 años salió por primera vez campeón de un Grand Slam, con wild-card. Nombre del héroe: Goran Ivanisevic. Torneo: Wimbledon 2001.
El tenis tiene esos cajones históricos que guardan hazañas, como la de Michael Chang, el estadounidense campeón del Roland Garros 1989 con tan solo 17 años. Muy cerca de esa gloria, en ese archivo especial de logros impensados, se encuentra el Wimbledon 2001 obtenido por Ivanisevic.
El controvertido croata, conocido por romper raquetas y no llegar a etapas decisivas en grand slams, reventó las apuestas en una mágica final que tuvo como digno perdedor al australiano Patrick Rafter. La hierba londinense quedó amarilla luego de las tres horas hasta que recién en el quinto set un error no forzado de Pat convirtió a Ivanisevic en el hombre más feliz del mundo.
El partido que disputaron Ivanisevic y Rafter fue uno de los mejores duelos definitorios que existieron en en el tenis, y ni hablar de Wimbledon. Claro está que esto no estaba previsto por los fervientes espectadores de ambos bandos, ya que el croata era invitado y se ubicaba en el puesto 125 del Ranking ATP, mientras que al australiano le brillaba la chapa de favorito. No obstante, como en una mega-final que a todo tenófilo le gustaría presenciar, las ventajas se sacaron sobre el final, cuando el tie-break del último set hizo "crack" en un 9-7. La final de aquel Wimbledon, espectacularmente pareja, terminó 6-3 3-6 6-3 2-6 9-7.
"No podía creer que el trofeo era mío", dijo el croata años después, aún sin comprender lo que había pasado. No es poca cosa ganarle a un tío que venía de ser finalista del torneo. Y eso no es todo. Rafter anhelaba con ganar su primer Wimbledon y no dio una pelota por perdida; hasta levantó tres match point en el último set. Pero el croata, de potente saque, sacó fuerza de abajo de la tierra y encontró lo que buscaba: el error del rival.
Este logro para Ivanisevic significó mucho más que ganar un Grand Slam. Fue un desafío cumplido en una edad avanzada para cualquier tenista. Fue un sueño hecho realidad tras varios años del eclipse Pete Sampras.