Taylor Townsend y una herida incurable

La estadounidense recuerda la guerra que tuvo con la USTA en su etapa junior y los obstáculos que le puso la vida por no encajar en el ‘molde’ de las otras chicas.

Fernando Murciego | 28 Aug 2021 | 16.30
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Taylor Townsend. Fuente: Getty
Taylor Townsend. Fuente: Getty

Si una historia es de interés, por muchas veces que se cuente, siempre habrá una nueva oportunidad para encontrarle nuevos matices. En el caso de Taylor Townsend, estamos ante una jugadora que se ha tenido que defender toda la vida por algo tan innato como su propia identidad. Su raza o su peso siempre dieron más que hablar que su tenis, una realidad que nunca debió permitirse. Pero claro, todo se complicó cuando la propia USTA intentó boicotear su evolución debido a que la jugadora no era como las demás. Y tanto que no lo era, seguramente era mejor. En una redacción de su puño y letra para The Player’s Tribune, la tenista norteamericana narra los altercados sufridos en el verano de 2012, momento donde empezaron a originarse todos sus problemas.

“Soy una chica de 16 años del Sur de Chicago. Soy fan de Wiz Khalifa, mi atleta favorita es Martina Navratilova y me encanta bailar. Me llamo Taylor, pero mis amigos me llaman Tay. Actualmente soy la número 1 del mundo junior. Ahora citaré todas las cosas que no soy. No soy de familia rica y no soy blanca, por lo tanto no soy la típica niña del tenis. Y una cosa más: no soy delgada”.

De esta forma tan directa elige Townsend, ya con 25 años, comienza su relato más cruel. Un regreso al pasado donde sus cualidades deportivas no fueron suficientes para convencer a su entorno del futuro que tenía por delante. “No soy delgada y nunca lo he sido, esa es la verdad. Esta es una parte importante dentro de mi historia. Mi cuerpo es solamente una parte de quién soy. Desde niña siempre preferí la ropa amplia, camisetas sin mangas, me gustaba verme así, me hacía sentir bien, no me avergonzaba”, se defiende la norteamericana sobre sus hábitos adolescentes. ¿Acaso una persona debe dar explicaciones por su forma de ser? No debería pero, desgraciadamente, hay veces que esta regla no se cumple.

Townsend tenis los miedos que cualquier otra persona de su edad tendría, aunque su talento con la raqueta unificaba cualquier debate. Hasta que un día las cosas se torcieron. “Con 16 años todo era excelente, las resultados eran buenos, pero faltando unas semanas para el US Open Junior recibí una llamada telefónica de un funcionario de la USTA que lo cambió todo:

– ‘Taylor, tienes que venir a Florida inmediatamente, te vamos a poner un bloque de entrenamiento físico de ocho semanas’.

“No me dio tiempo ni a hacer cálculos, fue escuchar ‘ocho semanas’ y mi estómago dio un vuelco. Ocho semanas significaba perderse el US Open”, subraya Taylor. Aquella noticia le cayó por sorpresa y no solamente por las fechas, sino por el emisor de aquel extraño plan. ¿Realmente tenía que aceptar aquella hoja de ruta? Quizá no tuviera el peso ideal para una deportista de élite, tampoco para una niña de su edad, pero con ese peso ya había hecho doblete en el Open de Australia Junior (campeona de individual y dobles) y había conquistado el dobles en Wimbledon. Pese a todo, la USTA le obligó a parar y adaptarse con el aclimatamiento físico, mientras el resto de sus compañeras se marchaban a Nueva York a disputar el último Grand Slam del año. Pero todavía faltaban por suceder lo más importante.

Cuando tan solo le faltaba una sesión para terminar con el bloque impuesto por su Federación, unos análisis de sangre le trajeron una malísima noticia: Townsend sufría de anemia. “Había estado bajo un estrés cardiovascular durante demasiado tiempo, incluso había estado jugando enferma. Eso es exactamente lo que me pasaba. Darme cuenta de esto fue aterrador, así que ahora ya no era una cuestión de fitness, sino de salud”, completa la de Chicago.

La solución del departamento médico fue inyectarle hierro líquido y, de la noche a la mañana, invitarla a viajar a última hora para disputar el US Open. 'Te sentirás como una súper mujer', le aseguró el hematólogo antes de ponerle aquel suplemento. Taylor, que en aquel momento solo pensaba en jugar, aceptó el nuevo guion, pero al aterrizar en Nueva York se encontraría un nuevo jarro de agua fría. La USTA rechazaba darle una WC para el cuadro principal, aunque no pudieron denegarle que jugase el cuadro junior. Tenía su lógica, siendo la número 1 del mundo.

'Creemos que todavía no estás en condiciones de jugar', le espetaron al llegar, volviendo a incendiar la mente de la jugadora. “¿Qué significaba no estar apta para jugar? Era la número 1 del mundo junior, algo que había conseguido teniendo anemia. El médico me había dicho que después de la inyección me sentiría al 100%, pero luego intentaron mantenerme fuera hasta el último momento. Lo peor de todo es que confiaba en esas personas, realmente creí que trataban de cuidarme, cooperé con su planteamiento de ocho semanas sin preguntar, pero la anemia lo cambió todo”, señala con dolor sobre lo acontecido hace casi una década.

Los médicos decían que estaba lista para jugar. El rankig decía que era le mejor del mundo. ¿Qué decía la USTA? Que tenía que ver a un nutricionista y perder peso antes de competir. Todo esto se le quedó marcado a fuego a una jugadora que, por primera vez en su trayectoria deportiva, recibió un trato desigual por no ser como las demás. “No creo que sea una opinión controvertida decir que Estados Unidos odia a las mujeres negras y gordas, forma parte de la vida, está en su cultura, en el sistema de salud. Es algo que se puede ver en el deporte y en Hollywood, cualquier persona lo puede ver a su alrededor, está en todas partes y, especialmente, en el mundo del tenis. A mí no solo me dejaron fuera por no encajar en el ‘molde’ que debería ocupar un profesional del tenis, sino que me castigaron. Me quitaron algo que me había ganado. Estaba gorda y era negra, así fue como me robaron el sueño. O al menos, lo intentaron”, concluye.

La felicidad más allá del tenis

Aquella historia terminó con Townsend pagándose ella misma el viaje a Nueva York, haciendo cuartos de final en el cuadro individual junior y ganando el de dobles. Arthur Ashe sonreía desde el cielo viendo a aquella niña superando todos los obstáculos que la vida le fue poniendo. “Decidí que no iba a dejar que me avergonzaran más, no me dejaría humillar por este mundo de ricos blancos, una sociedad en la que me había pasado toda mi infancia gateando, inclinándome, esforzándome para encajar”, exclama la zurda. Con el tiempo vendrían otra clase de problemas, desde conflictos familiares por adueñarse de su dinero o crisis de resultados por falta de victorias. En la actualidad, Taylor tiene 25 años y es madre de un niño de cuatro meses. Lleva sin competir desde agosto de 2020, ha puesto más peso que nunca y no ha podido llegar a tiempo al US Open. ¿Y saben qué? Es más feliz que nunca.