Si estaban esperando un partido de Roger Federer con el que irse totalmente convencidos a la cama, deberán seguir esperando. El suizo superó este lunes a Lorenzo Sonego en los octavos de final de Wimbledon (7-5, 6-4, 6-2), una victoria sin ceder sets que le colocan por 18ª ocasión en la antepenúltima ronda del evento londinense. El objetivo está cumplido un día más, pero las sensaciones pudieron ser mejores. Quizá seamos nosotros, que nos encanta exigirle siempre la perfección, pero es evidente que el de Basilea todavía se está guardando una versión por encima de la mostrada. De una forma u otra, tendrá que mostrarla sí o sí el próximo miércoles, ya sea ante Hubert Hurkacz o Daniil Medvedev.
Pero vamos a lo de hoy, porque había gente que no tenía muy claro si Sonego tenía armas para hacerle daño al suizo. La verdad, ni siquiera con el partido terminado tenemos la respuesta, ya que hoy ninguno de los dos estuvo demasiado acertado. El italiano le ponía ganas, cómo no hacerlo jugando en este lugar y ante un rival como Federer, pero se le vio muy precipitado en cada juego. La cantidad de pelotas de break que regaló pudieron dejar un marcador mucho más sangriento, pero ahí estuvo el de Basilea para poner de su parte y no quitarle emoción al partido. Con 5-4 y servicio, cuando parecía todo hecho en la primera manga, Roger entrega el servicio y se mete en un problema innecesario. Aunque el problema de verdad vendría después, en forma de lluvia.
Tras unos minutos de espera y el techo ya estirado, ambos volvieron a pista para acabar lo que habían empezado. ¿Y qué pasó? Pues lo normal cuando te envían a vestuario y te enfrías. Sonego llegó e hizo una doble falta. ¿Y Federer? Pues más de lo mismo, perder su saque a continuación. Se les vio nerviosos, incómodos, aunque el suizo tenía la magia para acelerar en cualquier momento. Ganar el primer parcial le acabaría dando cierta tranquilidad, pero no fue suficiente para explotar el tarro de las esencias. La segunda manga fue exactamente la misma película, con el suizo intentando dar un paso al frente pero incapaz de encontrar una mejor versión. Por su parte, el italiano continuaba buscando fórmulas que incomodaran a su adversario, jugadas por la vía rápida donde huir de intercambios largos, pero tampoco le dieron resultado. Al final 6-4, correcto, sin adornos y con medio partido ya en el bolsillo del helvético.
Un tercer set sin mucha historia
Con Mannarino fue un completo desastre, hasta el punto de no saber qué hubiera pasado de no haber caído lesionado el galo. Con Gasquet sacó su mejor versión, aunque todos sabemos que enfrente no hubo rival. Contra Norrie quizá la magia no fuera tanta, pero sí encontramos a un Federer que mordía, competitivo, preparado para situaciones adverad. Y con Sonego, donde todos esperábamos un paso adelante, la conclusión es que todavía le queda un salto de confianza para llegar a su máximo. Dicho todo esto, hay que valorar lo que está haciendo Federer en este Wimbledon, plantándose en cuartos de final con casi 40 años y mostrando una leve mejoría cada día que pasa. Ahora será Hurkacz o Medvedev quien le ponga el próximo examen, el miércoles, aunque esto ya será una historia muy diferente.