Las 5 mayores sorpresas en Cincinnati

Repasamos los momentos que nadie esperaba del torneo estadounidense a lo largo de su historia. Destacan victorias que forjan carreras y campeones por primera vez

Carlos Navarro | 21 Aug 2020 | 13.56
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Dimitrov y Kyrgios, campeón y finalistas de Cincinnati 2017. Fuente: Getty
Dimitrov y Kyrgios, campeón y finalistas de Cincinnati 2017. Fuente: Getty

El tenis está de vuelta. Eso sí, si tenemos en cuenta que el torneo que dará el pistoletazo de salida al circuito ATP no se jugará en su ubicación habitual... la vuelta, como todo el mundo sabe, será atípica. Distinta. El Lindner Family Tennis Center en Cincinnati, Ohio, no verá acción este año. Así que qué mejor que seguir adelante con una sección que nos trae de vuelta momentos nostálgicos y que repasa las cinco mayores sorpresas de un torneo que lleva muchos años en el calendario. Como ya saben, es algo que previamente hicimos con todos los Masters 1000: Indian Wells, Miami, Monte Carlo, Madrid, Roma y Canadá. Vamos allá.

5. Medvedev pega un puñetazo sobre la mesa (2019): Daniil Medvedev llegaba a Cincinnati siendo la absoluta revelación del circuito ATP. Ya venía avisando a lo largo de todo el año pasado, con varios títulos en el zurrón y buenas actuaciones en casi todas las superficies. Las finales en Washington y Canadá hacían presagiar que la gira norteamericana del ruso iba a ser de altísimo nivel, y la siguiente parada era el torneo con la superficie más rápida de todas. Perfecto para la función que Daniil iba a llevar a cabo.

Tras superar escollos sin aparente dificultad, llegaban las semifinales. Su oponente allí era un tal Novak Djokovic, reciente campeón de Wimbledon y campeón defensor del título. Al igual que se vio en la final de Montreal contra Nadal, el Big-3 es otro rollo. O eso parecía cuando el ruso se colocaba set y break abajo. Pero la mente del robot se transformó. Daniil decidió afrontar el resto del partido como un auténtico poseso, variando de forma drástica su táctica, jugándose sus tiros al todo o nada y haciendo saque y volea con frecuencia. Los misiles, incluso de segundo saque, desarmaron por completo a Djokovic.

El resultado final (3-6, 6-3 y 6-3) catapultó a Medvedev al top-10, a su primera final de Masters 1000 (que terminó ganando) y le dio el envión de moral necesario para estar a punto de conseguir su primer Grand Slam. Fue una sorpresa, tanto en forma y fondo: un antiguo jugador de la NextGen dándole la vuelta a un partido contra Djokovic, Federer o Nadal como si de un calcetín se tratase. La primera gran victoria de Daniil.

4. Murray y su partido de consagración (2006): En 2006, Andy Murray y Novak Djokovic no eran más que jóvenes imberbes que empezaban a dejar su marca en el circuito. El escocés, por ejemplo, llegaba al torneo de Cincinnati ubicado en el borde del top-20, a falta de dar ese golpe que le acercase a cotas más altas, por encima de barreras marcadas por la vieja guardia. El torneo estadounidense parecía una buena toma de contacto para ello, pero quizás demasiado abrupta: en segunda ronda esperaba el número uno del mundo.

El número uno del mundo, por aquel entonces, se llamaba Roger Federer. En 2006, ese tal Roger Federer llegaba a Cincinnati con solo cuatro partidos perdidos. Y los cuatro, claro, ante el mismo nombre: Rafael Nadal (Dubai, Monte Carlo, Roma, Roland Garros). Todo lo que no fuese el español resultaba presa del suizo. Hasta aquel día. Murray mostró todo su arsenal de cualidades bajo el abrasador sol de Ohio: una anticipación de primer nivel, un enorme repertorio de passing shots para desbordar al suizo y, en general, una frescura a la que Roger no optaba. Aquella fue la última derrota de Federer en toda la temporada, y el partido consagratorio del futuro número uno.

3. El gran torneo de la carrera de Brad Gilbert (1989): Hace poco hablábamos de Brad Gilbert como el hombre que enderezó el rumbo de de Andre Agassi. Sus aportaciones como entrenador son de sobra conocidas para el mundo, en especial ese libro de referencia llamado Winning Ugly cuyas directrices marcaron el periodo más glorioso de la carrera del Kid de Las Vegas. Sin embargo, lo que no todos saben es que Gilbert también tuvo una destacada carrera como tenista. Y Cincinnati fue el lugar en el que tuvo su semana de gloria.

Más allá del WCT de Dallas, donde derrotó a John McEnroe en la final, si hay un torneo que reluce en el palmarés de Gilbert es Cincinnati 1989. Y no fue una sorpresa porque Gilbert fuese un desconocido en el circuito, puesto que no obstante era el #9 del mundo. Su camino hacia el título nos da una idea de la magnitud de su hazaña. En cuartos cayó Michael Chang, campeón en Roland Garros y #6 del mundo. En semifinales fue el turno de Boris Becker, #2 del mundo. En la final, para completar la triada mágica, Stefan Edberg, en aquel instante #3 del mundo.

La forma en la que estos tres mosqueteros cayeron derrotados definen a la perfección la esencia de Brad Gilbert: todos los partidos se fueron a los tres sets. Duelos de trincheras, de sufrimiento, en los que el astuto Gilbert acaba desgastando a sus rivales tanto física como psicológicamente. No tenía las armas más potentes, pero su IQ tenístico se alzaba. Ese arma, la mente, llevó a Brad a cotas a las que su tenis no parecía poder hacerlo. Y Cincinnati fue la semana perfecta.

2. Andrey Rublev, como en casa (2019): Si antes hablamos de Medvedev, la subida en el ránking de Andrey Rublev era igual de meritoria, aunque algo más silenciosa. A la sombra de Daniil crecía su compatriota, mejorando poco a poco sus déficits (ese segundo saque...) y mostrando una determinación especial para resolver sus partidos. Eso sí, no muchos le tenían fe a la hora de enfrentar a Roger Federer, que buscaba sanar la herida de Wimbledon y que se había saltado el torneo de Canadá para llegar fresco a Ohio y, sobre todo, a Nueva York.

Si contextualizamos, que Federer pierda en 2019, aunque sea en uno de sus torneos predilectos, no es una sorpresa mayúscula. Ahora bien: que pierda en apenas 1 hora y 2 minutos, en la que viene a ser su derrota más rápida en más de 16 años de carrera (el récord lo tiene su partido ante Franco Squillari en Sydney 2003)... eso sí era de reseñar. Y Andrey consiguió impactar al mundo superando todos los desafíos que Federer le presentó: subió con consistencia a la red, sacó a muy buen ritmo y superó con su ritmo de bola a Roger. Una sorpresa mayúscula que anticipaba lo que estaba por venir.

1. La primera vez de Dimitrov en una final (y torneo) diferente (2017): En 2017, el Us Open tuvo las mismas ausencias dentro del top-10 que las que tendrá el Us Open 2020. Fue el año del resurgimiento de Fedal, del renacer de quienes llevaron el fenómeno de masas al tenis, y un año en el que la clase media del circuito fluctuaba a una velocidad infartante. Fuera de ellos, varios tenistas empezaban a destacar, y si lo hacían bien podían repartirse 'las sobras' de las dos leyendas. Y si derrotas a una en un torneo, pues tienes la mitad del terreno ganado.

Eso hizo Nick Kyrgios, que mostró su versión más seria en un partido centelleante ante Nadal. Tras superar a David Ferrer en semifinales, esperaba en la final un tipo que venía cuajando un año bastante bueno tras una carrera de luces y sombras. Grigor Dimitrov se coronaría por vez primera en un Masters 1000 tras superar al australiano en la final en un evento distinto: Yuichi Sugita y Jared Donaldson llegaron a los cuartos de final, y en las semifinales no estuvo ni un solo miembro del Big-4 (ni Wawrinka, ni del Potro, ni Tsonga, ni Berdych...) Era un torneo que podía augurar tiempos de cambio, hasta que Nadal decidió en el Us Open, semanas después, que de ninguna forma.

Y tú, ¿con qué sorpresa te quedas? ¿Qué momento de shock en Cincinnati elegirías?