Albert Portas: “En mi época el tenis era más real, más puro”

Entrevistamos al ex número 19 del mundo aprovechando su estancia en el BBVA Open Ciudad de Valencia como entrenador. “El jugador español es ahora más completo”.

Fernando Murciego | 26 Sep 2019 | 22.26
facebook twitter whatsapp Comentarios
En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.
En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.

Pasan los años, pasan las temporadas, pero Albert Portas (Barcelona, 1973) sigue haciendo lo mismo de siempre. Con una raqueta en la mano, recorriendo aeropuertos, respirando tenis. Hace doce años que no compite, pero toda su experiencia se vuelca ahora en enseñar a los nuevos jugadores los secretos y rincones de una élite que tan bien conoce. Campeón de Hamburgo 2001, aquel fue el único título de su carrera, pero le valió para acceder al top20 y dejar su huella para siempre. En la actualidad, al frente de Ad in Tennis Academy, junto a su amigo Germán Puentes, el catalán disfruta estos días del BBVA Open Ciudad de Valencia, donde compiten varias de las suyas. Ocasión perfecta para sentarse con él y dialogar sobre el pasado, presente y futuro de este deporte.

Qué bueno verte por Valencia, pero medio cuadro del torneo es tuyo.

Sí (risas). Últimamente contamos con un grupo de chicas bastante numeroso y de bastante nivel, todas tienen un ranking parecido. En este torneo, al ser cerca de casa, tenemos cinco en el cuadro. Seguimos teniendo chicos, como Marco Trungelliti, por ejemplo, pero sí es verdad que hace un año y medio teníamos más chicos y ahora es justo lo contrario.

Hay voces que piensan que La Armada femenina será referente en un futuro.

Hay chicas jóvenes que van subiendo y ganando nivel, ¿por qué no? Tanto chicas como chicos tienen un gran espejo donde mirarse y eso ayuda mucho. En la actualidad contamos con grandes referentes, no solo Nadal. Ahí están Bautista, Garbiñe, Carla…

Pero cada vez menos.

Estamos muy mal acostumbrados, venimos de una época con muchísimos jugadores. Esto era algo anormal, que tuviéramos 17-18 jugadores dentro del top100 es una auténtica barbaridad si lo analizas. Ahora tienes cinco o seis menos y parece una catástrofe. Va por épocas, pero sigue habiendo una buena base de jóvenes.

Se cumplen 12 años de tu retirada, ¿lo echas de menos?

Cada etapa tiene su momento y yo me retiré con casi 34 años. De ranking estaba un poco peor, creo que era el momento. Claro que se echa de menos, te gustaría seguir jugando, pero llega un día en el que ya no puedes. Ahora toca entrenar y sé que no es lo mismo que jugar, pero también tiene cosas muy buenas, se puede disfrutar.

Pero jugar es otra historia.

Las experiencias que tienes como jugador son difícil tenerlas, ya no como entrenador, sino con cualquier otra cosa que puedas hacer en la vida. Cuando juegas estás ahí solo, los malos momentos te los comes tú, pero los buenos también los disfrutas tú. Como entrenador estás algo más tranquilo porque no todo depende de ti, eso es lo que lo hace distinto.

¿Recuerdas tu último partido en activo?

En el Challenger de Sevilla, en 2007. La semana anterior jugué el Campeonato de España en Albacete, que además hice final con Almagro. Y luego en Sevilla perdí en segunda ronda con Andújar, ese fue mi último partido.

Tu historia es muy peculiar. Solo ganaste un título individual, ¡pero vaya título!

Es difícil, uno siempre intenta hacerlo lo mejor posible, pero se dio así. Tuve opciones de ganar alguno más, recuerdo alguna final donde prácticamente tenía el partido ganado, pero la victoria en Hamburgo te da más repercusión que en cualquier otro sitio. Uno no puede escoger dónde ganar, se dio así y estoy muy contento con lo que conseguí. Yo jamás imaginé que podría llegar hasta ahí, ahora con perspectiva lo miro y me siento satisfecho.

¿Qué pasó esa semana?

Llevaba jugando muy bien durante todo el año. Había hecho cuartos de final en Barcelona, semifinales en Estoril, en Roma pasé la Qualy y gané un partido. Venía con buena línea y allí supe aguantar esa inercia. El partido de segunda ronda fue el que me dio bastante fuerza, luego ya, una vez pisas los cuartos o semis, lo que intentas es disfrutar. Podía haber perdido tanto en semifinales como en la final, pero se consiguió. No hice nada diferente a otros torneos, solo me centré en disfrutar de estar en una gran final como aquella.

¿En qué momento te viste campeón?

En el título no pensé hasta llegar a la final. Ahí ya solo te queda un partido, ¡pero vaya partido! Tienes que ganar a Ferrero, en la final, que por aquel entonces no perdía con nadie. La clave era ir partido a partido, sin ponerte metas muy altas para que luego no te llegue la frustración, vivir el momento. Todo esto se ve mejor ahora, desde la distancia, quizá si hubiera sabido vivir más el momento, igual me hubiera ido mejor.

¿Eres de los que tiene buena memoria?

Hay algunas cosas que sí se quedan grabadas, algunos partidos o algunos puntos.

¿Te acuerdas de los rivales de aquella semana?

Pues mira, primero gané dos partidos en la previa. Luego, en primera ronda jugué con Voltchkov (#31), después jugué con Norman (#9), después con Grosjean (#11), con Beto Martín en cuartos de final (#41) y luego ya con Hewitt (#7) y Ferrero (#6).

Muy seria esa alineación…

Sí (risas). Evidentemente, son todo jugadores muy buenos. Estamos hablando de un Masters 1000, están los mejores.

Con set iguales, Ferrero te pega un 6-0 en el tercero, ¿cómo reaccionas?

Antes de empezar sabía que él venía jugando bien, pero yo también. El objetivo era hacer un buen partido, estaba en la final y la pista llena. Para él era normal, pero para mí era un escenario completamente nuevo. En el segundo set conecté con el partido, pero luego empezó a jugar muy bien. Me ganó 6-0 el tercer set y se puso 3-0 en el cuarto, no me dejaba hacer nada…

¿Qué pensaste?

En no hacer el ridículo, acabar con 6-0 y 6-0 hubiera sido horrible. Entonces gané el siguiente juego, 3-1. En el siguiente él falló un par de pelos e igualé 3-3. Notaba que cada vez estaba más cerca y tuve algo de suerte de ganar el tiebreak del cuarto. En el quinto ya noté que él estaba más cansado, llevaba muchos más partidos que yo de semanas anteriores, aunque podía haber pasado cualquier cosa.

En el cuarto sacaste con 6-5 y no cerraste. En el quinto sacaste con 5-3 y no cerraste. De verte fuera, a perdonar la vida al rival.

En el cuarto saqué para ganar el set, pero es cierto que él también es un gran restador, no es que yo sacara mal. En el quinto, que lo he visto repetido, sí que cometí algún error que no tocaba cuando sacaba para partido. En esos momentos ves que lo tienes cerca, te vienen mil pensamientos y es difícil gestionarlos. Aun habiendo desaprovechado el 5-3, mantuve la fuerza de voluntad y la fe para seguir luchando hasta ganar.

Hasta que Ferrero lanza fuera ese revés cruzado y te vas al suelo. Campeón. ¿Cuántos días tardaste en asimilar lo que habías hecho?

Tardé unos días. Para mí fue una gran semana, jamás lo hubiera esperado, menos aún viniendo de la previa. Antes tampoco había tanta repercusión a nivel de redes sociales, pero luego cuando llegas a casa es diferente, te animan a seguir. Pasas de ser un buen jugador a ganar un torneo grande.

¿Notaste que la gente te empezó a mirar con otros ojos?

Cuanto más ranking tienes, más presión tienes. El que diga que tiene presión estando #500, que la tiene evidentemente, no se puede comparar a esto. Tanto la gente, como tú mismo, te exiges mucho más, tienes que estar preparado. Ese año me costó, sobre todo en Roland Garros. No es que fuera con expectativas de ganar, pero sí de hacer un buen torneo. Notaba que la gente esperaba más de mí y lo pagué.

Luego te pedirían explicaciones de por qué no llegaron más semanas así.

La gente se fija mucho en la regularidad, pero en un nivel tan alto solo la tienen unos pocos, los muy, muy buenos. Uno tiene que estar satisfecho con lo que hizo, sobre todo si hiciste todo lo que estuvo en tu mano. Siempre se puede haber hecho más, pero si miras atrás, también pudo haber sido mucho peor.

Tuviste otra grandísima semana en un Conde de Godó, pero esa se te escapó.

El Godó fue cuatro años antes, en 1997. Aquello sí que cambió mi carrera, me metí en el top100 por primera vez y además en casa, aquello fue un antes y un después. Me hizo ver que yo valía para esto, que me iba a dedicar al tenis hasta que me retirase. Fue el punto de inflexión para creer más en mí.

¿Hubieras cambiado el título en Hamburgo por el de Barcelona?

Tengo dudas. A nivel numérico representa más ganar un Masters 1000, pero ganar en casa también se acerca mucho, sobre todo a nivel de sensaciones. Yo creo que tuve más sensaciones la semana del Godó que la de Hamburgo, también a nivel de medios de comunicación y repercusión. Está muy parejo elegir entre uno y otro.

Es que el Godó en un ATP 500 ficticio, menudos cuadros…

Esa semana gané a Kuerten, Ríos, Berasategui… los cuadros suelen estar a la altura de muchos Masters 1000.

¿Alguna otra victoria especial que recuerdes?

Un año gané a Carlos Moyá en Roland Garros. Otro gané a Kuerten en Australia. A Muster en Stuttgart. Pero ya no solo victorias, recuerdo con mucho cariño jugar contra Sampras o Agassi en Estados Unidos. Aunque pierdas, a todos estos jugadores los tienes como referentes, enfrentarte a ellos te hace mejorar.

Te tengo que preguntar por la dejada, uno de tus golpes favoritos. Ahora apenas se ve.

La gente tira más fuerte, no es tan fácil, tienes menos tiempo. Si la gente especula menos, hay menos intercambio, entonces es más difícil sentirla. En tierra todavía se puede hacer, pero con la evolución de los materiales se ha vuelto algo más extraño optar por la dejada. Cuando ven el espacio vacío, lo que hacen es tirar fuerte. En chicos la bola va muy rápido, en chicas hay más opción.

¿Notabas que los jugadores ya te esperaban ese golpe?

Un poco sí. Yo hacía bastantes, pero cuando no las hacía jugaba largo y pesado, por lo que el otro jugador tampoco estaba tan cerca de la línea. Aunque supiera que yo las podía hacer, tendría que correr mucho. Si la haces bien, por mucho que la sepan leer, no era fácil de jugar.

Todavía recuerdo a Andújar haciendo dejadas en aquel Conde de Godó 2015. Se notaba que estabas tú en el banquillo.

Vino con muchas ganas, se juntó con las ganas que tenía yo y por eso se dio esa gran conexión. Pablo es un jugador que juega bastante cerca de la línea, era muy bueno cuando lograba intercalar ese golpe en su táctica, luego sabía cubrir la red muy bien. De revés las hacía espectacular.

Tu primera experiencia como entrenador fue con Hantuchova, empezaste rápido.

Estuve medio año sin hacer mucho, jugando equipos, hasta que me salió la oportunidad de entrenar durante unos meses a Daniela. Ahí vi que no era lo que estaba buscando, demasiado viaje, además no estaba tan preparado como ahora. Luego con la Academia junto a Germán (Puentes) sí que he estado viajando más, sobre todo en ese tramo que estuve con Pablo (Andújar) y también con Pere Riba. Ahora ya voy con todos/as al mismo tiempo, aunque algo más con las chicas.

¿Algún proyecto emocionante entre manos?

Por supuesto, tenemos a Sara Sorribes que ya es un proyecto consolidado junto a Germán, un proyecto muy ambicioso. Tenemos a otra chica inglesa, Francesca Jones, que está 300º del ranking con 18 años. El resto de chicas que tenemos del grupo, sin querer destacar a ninguna, son todo casos de tenistas que pueden tirar hacia delante. En chicos está Marco Trungelliti, que estuvo 110º el año pasado. Lo más interesante es que todos buscan lo mismo, llegar a su máximo rodeados de un ambiente muy profesional.

Y acabáis de incorporar a Georgina García, una mina por explotar.

Georgina acaba de llegar hace dos semanas y sabemos que es alguien con mucho potencial. Le hace falta recuperar esa confianza, la que ya tuvo en Copa Federación, además de prepararse bien físicamente para ganar en regularidad. Tiene que ser paciente, trabajar muy duro, si consigue mantener esa ilusión puede ser una muy buena jugadora, aunque ya lo es.

Para ir acabando, dime lo peor de ser tenista.

La soledad. Tienes muchos momentos de estar solo, aunque te apoye mucha gente, la mayoría del tiempo no tienes a nadie. Cuando pierdes no es fácil de gestionar, estás lejos de casa, te planteas muchas cosas, piensas qué has hecho mal, los viajes tampoco te dan estabilidad… pero bueno, luego se compensa con otras cosas.

¿Y lo peor una vez te retiras?

Perder la competición, es complicado sacar todos esos hábitos que te han acompañado durante tantos años. Perder ese nerviosismo, esas ganas de competir en algo que te apasiona, es sin duda lo que más se echa en falta.

¿Se puede llegar a recuperar por completo el anonimato?

Bueno, en mi caso, lo bueno que tuve es que éramos 20 españoles.

Ya, pero la gente del tenis no se olvida de ti.

Eso sí es verdad. A veces está bien, lo necesitas, pero en otras sí que preferirías estar más en el anonimato. En mi caso, no soy muy dado a hacer cosas para que la gente me recuerde. Si la gente me recuerda, perfecto. Si no, tampoco pasa nada. Imagino que cuanto más ranking tienes, se hace más complicado de llevar.

Tú te has instalado en un perfil muy bajo.

Bueno, a mí si me piden una entrevista la doy, no tengo problema. Es bueno contar tus experiencias y que la gente lo sepa, sobre todo para los chicos jóvenes del tenis. Esa fama creo que te la marca mucho el ranking. Por ejemplo, mi carrera no se puede comparar a la de un Moyá, un Ferrero o un Corretja, ellos han tenido muchos más logros. Tampoco es algo que me haya preocupado mucho.

Tampoco se te ve mucho por redes sociales.

Me gusta estar tranquilo con lo que hago, que ya me quita mucho tiempo y me tiene bastante ocupado. Pero sí, al final te tienes que adaptar a este mundo, por suerte Germán se encarga bastante de contar y compartir las cosas que hacemos en la Academia, si no lo haces te quedas atrás.

Sin redes sociales, pero las sufres igual. Por tus jugadores, me refiero.

Seguramente, pero está todo el mundo igual. El que abusa de ellas no está en desventaja, pero el que no abusa sí coge ventaja. Tú comparas el día a día de ahora con hace 25 años y es incomparable. Ahora prácticamente no tienes ni relación con el jugador. Sí que tienes, pero mucho menos de la que teníamos en su momento. No es algo bueno, pero el mundo nos lleva por este camino.

En tu época no había Twitter y no pasaba nada.

En mi época, cuando viajaba, no llamaba a nadie. Directamente no había móviles. Tampoco jugaba a ningún juego, me tenía que conformar con las cartas o el ajedrez. De ver películas o series ya ni hablamos. Lo que hacías era relacionarte más con las personas, ahora lo que hacen es irse al hotel y pegarse al móvil. Es una pena, las relaciones no son las más puras ahora mismo, pero hay que conseguir ese equilibrio.

Digamos que ahora el filtro para llegar arriba es más estrecho.

La evolución mental de los jóvenes pasa por ahí. Ahora mismo lo tienen todo, antes te tenías que espabilar para coger un avión, llamando a la agencia, abriendo los ojos… ahora te lo hacen todo. Con 15 años ya tienen un mánager, el jugador no hace absolutamente nada. Antes no era así, ves tú ahora a decirle a un chaval de 17 años que tiene que hacer dos o tres cosas al día. Para mí esto no es bueno para la madurez del jugador, sabiendo que siempre hay excepciones.

¿Qué te llevarías de esta época a la tuya?

El tema de las estadísticas. Si los medios que hay los utilizas para tu beneficio, por supuesto que son positivos. O cualquier cosa de mejora de raquetas, por ejemplo, todo lo que sea tener más opciones para escoger.

¿Y si pudieras elegir cuando jugar?

Independientemente de los jugadores, yo preferiría jugar en mi época. Era como más real, todo más puro. Ahora es todo potencia, menos mental, mucho más físico y fuerza. Antes era más de juego, de táctica, también físico, pero si tú conseguías imponer tu estilo de juego tenías muchas opciones de ganar. Ahora no puedes imponer nada porque no te dejan, el otro enseguida ya está ahí. Creo que lo de antes era más tenis, pero ya no solo mi época, la de Emilio y Bruguera de años atrás. Ahora ves a Kyrgios o Raonic y es lo que hay, la gente joven sale ahí a pegar. Es difícil jugar despacio, pensando, eso se ha perdido.

Por suerte los españoles han espabilado.

Antes el español era más terrícola, pero desde mi época empezaron a salir jugadores como Feliciano, Robredo, Ferrero, Ferrer… todos crecieron adaptados a cualquier superficie. Ahora no hay tantos especialistas, todos juegan bien en cada pista, porque de pequeños ya ven que jugar solo en tierra se queda corto. Tendrían que ganarlo todo en tierra, pero no pueden porque está Rafa. Además, cada vez hay menos semanas en tierra, por eso la gente joven viene ya entrenando mucho más en pistas duras.

¿Qué ha pasado con la arcilla?

Exceptuando la gira de Australia, US Open y al final con los indoor, antes podías jugar torneos en tierra el resto de semanas de año, el 75% de los torneos los podías jugar en tierra. Ahora tenemos la gira asiática, que antes no existía. En la gira de después de Wimbledon han quitado un par de semanas. Después del US Open ya no hay más torneos en tierra, antes había dos o tres. Han ido comprimiendo los torneos de tierra batida en menos semanas, por eso tienes que salir preparado a ganar los puntos en otras superficies. El jugador español es hoy en día mucho más completo.