El duro camino de Nadal hacia el número 1

Hacemos un repaso de la dura travesía que Rafa ha tenido que realizar desde aquél 1 de julio de 2014 para regresar al número 1 mundial.

Jose Morón | 16 Aug 2017 | 13.54
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En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.
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1 de julio de 2014. Rafael Nadal cae en los octavos de final de Wimbledon ante Nick Kyrgios y pierde el número 1 de la ATP. Ésa fue la última vez que el mallorquín ocupó la más alta posición del ranking mundial y desde ese día hasta hoy, el camino de Rafa en su vuelta a la cima del tenis ha sido toda una epopeya.

Las semanas después a perder ese número 1 no fueron nada fáciles para Nadal. Entrenando en Manacor para la gira veraniega de Norteamérica, Rafa entró mal a un revés y se hizo daño en la muñeca. Ahí supimos lo que era una desinserción de la vaina del tendón del músculo cubital superior. Tuvo que renunciar al US Open y cuando se había recuperado, una apendicitis le dejó fuera de combate otro par de semanas más, algo que le hizo finalizar la temporada 2014 sin acudir a Londres.

El año 2015 de Rafa no iba a ser nada sencillo. Todos pensaban que el haberse tomado unos dos meses fuera de las pistas le haría volver con ganas, como ya hiciera en 2013, pero Nadal volvió con serios problemas de confianza en su juego, que le hizo sufrir derrotas sorprendentes y ante rivales con los que nunca antes había perdido. Así, inicia la temporada en Doha perdiendo ante Michael Berrer, 127º del mundo, para luego caer con estrépito en los cuartos de final de Australia ante Tomas Berdych en un partido que puso en evidencia que algo en su cabeza no iba bien.

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La gira de tierra batida era el mejor escenario donde el manacorí podría volver a recuperar sensaciones pero Rafa llegó a París por primera vez en su carrera sin conseguir ningún título por el camino y cayendo con claridad en la única final que disputó, en Madrid ante Andy Murray. En Roland Garros no mejoró la cosa. En cuartos de final, Novak Djokovic sólo le dejó conseguir 9 juegos antes de eliminarle por segunda vez en su carrera en el Grand Slam parisino. Todo el mundo del tenis se preguntaba qué le pasaba a Rafa, mientras desde su equipo revelaban que el tenista español pasaba por algunos momentos complicados de nervios y pérdida de confianza cuando los encuentros se ponían tensos. Lo que un día fue su gran punto fuerte, su fuerza mental, le estaba impidiendo avanzar por aquél entonces.

A pesar de algunos brotes verdes con su victoria en Stuttgart, Dustin Brown le apea en segunda ronda en Londres y acrecenta su mal momento. El mallorquín se sitúa a las puertas de abandonar el Top 10 aunque logra remontar un poco el vuelo en la segunda mitad de la temporada después de lograr el título en Hamburgo y jugar las finales de Beijing y Basilea aunque fue especialmente dura la derrota en el US Open ante un Fabio Fognini que le levantó dos sets a cero abajo. Por algunos momentos, Rafa fue aquél Rafa de siempre hasta que el de ese 2015 volvió a aflorar, terminando el mallorquín recorriendo el camino que llevaba al vestuario cabizbajo, en una imagen que resume perfectamente lo que fue esa temporada para él.

Muchos aconsejaban a Rafa que contratara a un nuevo entrenador que le permitiera renovarse y jugar algo más ofensivo, con nuevas ideas y que le volviera a hacer competitivo otra vez frente a los jugadores de posiciones altas del ranking, su punto débil en aquellos meses. Pero Nadal decidió seguir como estaba y se fijó como objetivo llegar a tope para la gira de tierra batida en ese 2016, para así volver a sentirse importante y que eso le influyera de cara al resto de torneos y superficies, algo que le sirvió en sus primeros años de carrera.

2016 empieza con una final en Doha y Novak Djokovic le asestó una derrota que seguía demostrando que el español estaba muy lejos del serbio (16 26). Fernando Verdasco en primera ronda del Open de Australia le dejaba fuera y le daba otra puntilla a la confianza de un Rafa que ni viajando a Buenos Aires y Rio hizo que pudiera volver con victorias y títulos. Thiem en Argentina y Cuevas en Brasil le despidieron en semifinales y le dejaron muy tocado.

Montecarlo supondría el punto de inflexión en su mejora. Después de un gran torneo, Rafa rompía a llorar tras ganar en la final a Gael Monfils. Era su primer gran título en casi dos años, desde Roland Garros 2014. Luego, ganaría también en Barcelona y su moral ganaba enteros aunque las derrotas ante Murray en Madrid y Djokovic en Roma le puso en aviso de que en París debía poner sus cinco sentidos para volver a ganar allí. Después de dos partidos muy buenos, donde se pudo volver a ver al mejor Nadal, su muñeca volvió a decir basta y apareció en rueda de prensa con la muñeca izquierda inmovilizada y teniendo que parar por riesgo de rotura después de semanas forzando.

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No volvería Nadal hasta los Juegos Olímpicos de Rio, donde volvió a forzar por sus ganas de jugar unas Olimpiadas después de perderse las anteriores de Londres. Allí consiguió el oro en dobles y perdió el partido por el bronce ante Nishikori. Unos cuantos torneos después y tras una derrota clara ante Troicki en Shanghái, pondría punto y final a su temporada para recuperarse al 100% de su muñeca, de la que seguía sin estar bien.

Rafa decide renovarse para 2017. Contrata a Carlos Moyà y prepara un plan de entrenamiento específico. Añade peso a su raqueta y comienza a jugar más agresivo, dando un pequeño paso hacia adelante y volviendo a recuperar sensaciones con su derecha. Ese cambio y bajo la influencia de Moyà, que había ganado experiencia en el circuito como entrenador, descubre a un nuevo Nadal que a pesar de comenzar el año con una derrota en cuartos de Brisbane ante Raonic, realiza un Open de Australia espectacular donde estuvo muy cerca de la victoria ante Federer en la final.

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A partir de ahí, su ascenso ha sido meteórico. Con finales en Acapulco y Miami, Rafa gana en Montecarlo con tremenda superioridad. Hace lo mismo en Barcelona y Madrid y cae en Roma después de un último mes muy intenso. Su preparación para Roland Garros fue más que perfecta y eso se pudo ver en un torneo sencillamente espectacular. El mallorquín logró su mejor actuación en París, donde ganó el título pasando por encima de todos sus rivales y sin perder ni un sólo set. Nadie fue capaz de hacerle más de cuatro juegos en un set. Con los octavos de Wimbledon y Montreal, Rafa lograba los puntos necesarios para suceder a Murray en la clasificación y volverá a ser número 1 el próximo 21 de agosto.

Han sido más de tres años de dura travesía donde Rafa ha tenido que lidiar con todo tipo de contratiempos. Lesiones, derrotas duras, falta de confianza y sobre todo, muchas dudas. Todo eso ha quedado atrás gracias a su trabajo y su amor por este deporte, al que dedica todo su esfuerzo. De esta forma, se convertirá en el segundo tenista más veterano de la Era Open en ser número 1, sólo por detrás de Andre Agassi. Ahora, nada como disfrutar de esa posición tan privilegiada después de todo lo que ha sufrido para llegar hasta ahí. Y lo mejor de todo, a Rafa aún le queda cuerda para rato.