Grigor Dimitrov, entre recursos y armas

Grigor Dimitrov ha recuperado la identidad y lo ha hecho simplificando su tenis, escuchando a su entrenador, Daniel Vallverdú

Alejandro Arroyo | 30 Jan 2017 | 18.30
facebook twitter whatsapp Comentarios
En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.
En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.

El pasado mes de agosto, Daniel Vallverdú pasó a ser el nuevo entrenador de Grigor Dimitrov. En apenas cinco meses y una pretemporada, el jugador búlgaro ha rozado su primera final de Grand Slam, y lo ha hecho incorporando al pie de la letra el interesante discurso que el preparador venezolano compartió pocas fechas después de acudir a la llamada de Grigor. Dani tuvo claro lo que quería para Dimitrov y ha quedado también claro que su mensaje ha calado profundo en su discípulo. El resultado está siendo excepcional.

Dimitrov reconoció pasar por un momento muy complicado en su afecto hacia el tenis. En paralelo a las tremendas expectativas que su talento despertó, el de Haskovo perdió toda identidad dentro de la pista. Un tipo sin rumbo viajaba de torneo en torneo sin dejar huella alguna. Al considerarse, desde sus inicios, un jugador de talento e independencia, que podía ejecutar cualquier golpe, la posibilidad de encauzar en un orden y dotar de identidad a dicho potencial no era tarea fácil. Sensible y afectado ante la pérdida de motivación, Grigor siempre ha necesitado sentirse representado por su juego, que el juego hablara por él, que fuese una prolongación expresiva de sí mismo.

Para lograrlo, Roger Rasheed trabajó con él una cultura del esfuerzo que ya traía de base y una labor específica a nivel físico que hizo de Dimitrov un jugador enérgico y rítmico, solventando los problemas de calambres e inmadurez física que mostró, por ejemplo, en tierra batida. El búlgaro retumbaba sobre la pista como un instrumento de percusión, constante y a pleno rendimiento. Así, el entrenador australiano inculcó en Grigor un método, una idea puesta en práctica. Había un camino, una pauta y una distinción. Dimitrov canalizaba el talento a través del movimiento y la actividad. Había un plan.

En contra de algunas voces que lo ponían en duda, y antes de la llegada de Rasheed, su potencial ya era real. Dimitrov no fue una falsa expectativa. Basta con contemplar los cuartos de final de Montecarlo 2013 (Nadal) o la segunda ronda de Madrid del mismo año (Djokovic) para sonreir. Grigor era un talento mayúsculo que incluso en la superficie que exige una continuidad y una estrategia concretas, el búlgaro respondía con orden y sentido. Había tenis en él, no sólo una suma de tiros.

Pero tras la marcha de Rasheed, Grigor cede confianza en la idea, y con ello, duda de sí mismo. De vuelta a los orígenes, Dimitrov pierde estructura en su juego y se muestra ausente, sin argumentos. Por suerte, entre sus virtudes está escuchar; transpirar para acoger lo nuevo. Y llega Vallverdú. En pocas palabras, y traduciéndolo en eslogan, Dani piensa que Grigor no tiene que parecer tan bueno. Cuando alguien maneja tantas variantes, la selección de tiro se entremezcla con la efectividad para terminar confundiendo. Así expresaba Vallverdú cómo Grigor ha logrado sentirse nuevamente representado por su tenis.

"En mi opinión, creo que el problema estaba en que intentaba buscar su identidad en la pista y no la encontraba. Lo interesante es que sabemos que es un jugador que puede llegar a ese nivel. Ya ha estado a ese nivel y cuenta con todo para hacerlo de nuevo para volver ahí. Será un trabajo constante, de muchos meses, y tendrá que bajar la cabeza, pero estoy convencido que con un trabajo constante el año que viene estará a un gran nivel. Espero poder simplificar su tenis. Tiene mil recursos, pero esos recursos solo tienen que salir cuando está en situaciones complicadas en la pista. Cuando no está en situaciones complicadas es importante que solo se concentre en sus armas, que las tiene muy buenas. Eso es lo que voy a tratar de hacer con él: simplificar su juego lo máximo posible. Buscamos que se sienta cómodo con sus armas”.

De alguna manera, Vallverdú ha logrado convencer a Grigor para que delimite con vallas su campo creativo, que diferencie recurso de arma, mostrando y demostrándole que el talento innato y la habilidad surgen naturales cuando el rival te compromete: en un passing, una volea estirada, un golpe de mano. Y que su idea de juego de base pase por consolidar una estructura que no le haga dudar en la elección de un tiro, que aparque la creatividad en pos de la determinación. Al fin y al cabo, esto va de ganar partidos y sólo verdaderos elegidos lo han hecho por pura inspiración.

Repasando su juego en las tres primeras semanas del año, Grigor compite desde lo concreto, un camino que no le convierte en alguien menos talentoso ni menos ofensivo. Junto a la idea transmitida por su entrenador, está su renovada mentalidad. El búlgaro compite con las mismas rutinas, siempre positivo, con firmeza y comunicación. Es un jugador complejo por la realidad que siempre le acompañó, sí, pero a día de hoy, Dimitrov ha recuperado la identidad, algo prácticamente vital para su porvenir.