Carla Suárez y Garbiñe Muguruza harán un idéntico Roland Garros en cuanto a resultados. Ambas jugadoras llegaron hasta los cuartos de final y se quedaron a tan solo un paso de luchar por un puesto en la final del cuadro individual. En dobles, sí que están en semifinales y dos partidos las separan del título. Ambición, crecimiento, proyección y mucho recorrido por delante garantizan Carla y Garbiñe para rato. ¿Son dos jugadoras que en un corto plazo pueden estar entre las diez mejores del mundo?
Son las dos mejores jugadoras españolas de la actualidad. Carla Suárez y Garbiñe Muguruza han acaparado todas las miradas y focos en la tierra parisina. Por primera vez desde el año 2000 que hubo dos españolas entre las ocho mejores. Una buena prueba del momento dulce del que goza el tenis nacional femenino.
Carla está consolidada desde hace tiempo entre las 20 mejores jugadoras del planeta. En la actualidad se encuentra en el puesto número 15º del ranking WTA y está a menos de 1000 puntos de hacerse un hueco entre las 10 mejores tenistas del mundo. Garbiñe, por su parte, sigue en constante crecimiento y ascenso. El pasado año por estas fechas rondaba el puesto 75º y a día de hoy lo ha bajado hasta el 35º (sin contar lo que subirá debido a los cuartos de final de Roland Garros).
La canaria ya es una jugadora con todas las letras. Se encuentra en plena etapa de madurez mental y de profesionalidad llevada al extremo tanto fuera como dentro de la pista de tenis, Carla está en el mejor momento de su carrera profesional. Juega, compite, se divierte y disfruta adentro de la cancha. Sus niveles de competitividad son muy altos en cualquier partido, y en cualquier torneo. Comprendió que para estar arriba hay que luchar cada día, sacrificarse cada mañana, rendir en cada entrenamiento y controlar diferentes áreas de trabajo: mental, física, nutricional, tenística, etc.
Suárez es una jugadora respetada en el circuito. Todas conocen su potencial en cualquier pista, ese que se eleva al cuadrado en el polvo de ladrillo. Tiene un tenis diferente al que abunda en el circuito. Ella propone magia, crea juego, va a sensaciones, es una chica de talento, de mano. Le gusta sentir la pelota, tener tiempo para acomodarse, para pegar, para pensar en esas milésimas de segundo que el tenis te concede. Le gana esas décimas al reloj en la tierra batida donde es de las mejores jugadoras del mundo.
Garbiñe es otra jugadora que parece no tener techo. Mentalidad diferente, mirada ambiciosa, inconformismo permanente y hambre de gloria. Un terremoto dentro de la pista, un potro desbocado como la llama su entrenador Alejo Mancisidor. Muguruza tiene el mundo por delante, la ilusión de una niña pero el hambre de una fiera.
Con tan solo 20 años ya consiguió su primer título WTA en Hobart y está llamada a ser una de las estrellas del circuito en un corto y mediano plazo. Romperá la barrera de las mejores 30 jugadoras pasado Roland Garros y no son pocos los que apuntan que estará codeándose contra las mejores si continúa con su patrón de juego, su mentalidad y su ambición.
Tanto Carla como Garbiñe se encuentran en posiciones privilegiadas dentro del circuito femenino. Cada una con su estilo, con su juego, con su forma de ser proyectan un futuro ilusionante y exitoso por delante. Estuvieron a punto de hacer historia colándose las dos en semifinales del Grand Slam parisino. A las puertas quedaron, a pocos puntos de garantizar una finalista española.
En plena madurez con 25 años de Carla y en el tren de la juventud de lo 20 de Garbiñe, ambas tienen margen de mejora amplio. Aspectos por perfeccionar, actitudes por retocar pero lo más importante, ilusión por mejorar. No se conforman con lo que tienen, quieren buscar más. Son conscientes que tienen potencial para estar más arriba todavía. Quieren seguir trepando, escalando a sus respectivos ritmos. Carla y Garbiñe miran para arriba y ven posible el hueco entre las diez mejores. No tengan duda que trabajan día y noche para lograr ese sueño.