Cinco retos que superar en Roland Garros

A falta de la disputa de las semifinales tanto masculinas como femeninas de Roland Garros, repasamos los cinco retos que todavía siguen sin alcanzarse por parte de los tenistas que aún siguen vivos en el cuadro.

Conocidos los cuatro semifinalistas del próximo viernes tanto del cuadro masculino como femenino, la presente edición de Roland Garros nos deja para el final del torneo algunos de los retos tenísticos más difíciles de conquistar por ciertos tenistas, incluso diríamos imposibles. Maleficios contra ciertos tenistas que no encajan en el juego de un determinado adversario, una superficie que se resiste más de la cuenta, o simple y llanamente, pura mala suerte, el caso en que en París hay cinco retos que todavía no han conseguidos, ¿será esta vez?:

- Que Ferrer alcance una final de Grand Slam. El español está cerca de lograrlo, cada vez más, pero siempre parece faltarle el último empujón. Ha alcanzado cinco veces las semifinales (dos en Australia, una en Roland Garros y dos en el US Open), pero nunca ha habido suerte. El viernes será la sexta ante Jo-Wilfried Tsonga, un hombre con el que tiene un balance favorable de 2-1 en sus enfrentamientos personales. La última vez que le ganó fue en el Masters 1000 de París-Bercy, y le sirvió para anotarse el que hasta ahora es el gran título de su carrera. Si es verdad el dicho que dice que quien la sigue la consigue, esta vez estará de enhorabuena.

- Que por fin un jugador local consiga ganar un Grand Slam. Francia lleva 30 años sin lograrlo desde que lo hiciera Yannick Noah en 1983 y la última final se remonta a Arnaud Clement en Australia en el año 2001. Un poco menos que Reino Unido (Fred Perry, 1936) o Australia (Mark Edmonson, 1976) y algo más que Estados Unidos (Andy Roddick, 2003). El aspirante, Jo-Wilfried Tsonga presenta unos credenciales un tanto discretos en tierra: jamás ha ganado un título sobre superficie ocre, ni siquiera ha llegado a una final.

- Que Novak Djokovic o algún tenista Top 10 sea capaz de ganar a Nadal en Roland Garros. El español presenta una tarjeta de presentación en la arcilla francesa que indica un contundente 4-0 en sus duelos con el serbio en París y un más contundente 14-0 en sus enfrentamientos con adversarios a los que cuando se enfrentó estaban entre las diez primeras raquetas del planeta. Para ser todo más complicado, hay un dato que asusta para Djokovic: Nadal lleva 47 victorias consecutivas en semifinales en tierra, habiendo perdido en sólo una ocasión, con su compatriota y amigo Carlos Moyá. El partido del año, la madre de todas las batallas. El encuentro que todo el mundo estaba esperando ver... en la final. Y ojo a un detalle que puede parecer banal, pero acabar convirtiéndose en decisivo: cuidado con que haya tiempo de jugarse en un mismo día. Ya se sabe que en París el sol se esconde sobre las 21:30 y si las semifinales son igualadas podría no ser suficiente la jornada del viernes.

- Que por fin Sara Errani pueda derrotar a Serena Williams tras cinco enfrentamientos en los que sólo ha conseguido arrebatarle una manga. Finalista el pasado curso, la italiana rompió el maleficio ante Agnieszka Radwanska que le marcaba un 0-28 en sus duelos contra jugadoras del Top 5. A su siguiente escollo no se le da muy bien la tierra de París, pero aún así ha ganado una vez y es la primera semifinalista estadounidense en Roland Garros desde Jennifer Capriati en 2004.

- Que Victoria Azarenka gane por fin un título importante en tierra batida. La bielorrusa tiene un palmarés realmente curioso. 16 títulos adornan su colección de trofeos, de ellos 15 en pistas duras al aire libre o cubiertas, y únicamente uno, el conseguido en Marbella 2011, en arcilla. Ganar en París supondría repetir el éxito de Melbourne, pero por el camino aún tiene a Maria Sharapova en semifinales y quién sabe si en la final a Serena, mujeres a las que nunca ha vencido en la superficie más lenta del circuito. Se comentaba a principio de temporada la posibilidad de realizar el Grand Slam en un mismo año por parte de la menor de las Williams. ¿Y si tal proeza fuera hecha por Azarenka pese a sus limitaciones en la tierra de París o la hierba de Londres, donde nunca fue finalista?