¿Debe prevalecer el 'coaching' en WTA?

La asistencia técnica que reciben los tenistas puede marcar el punto de inflexión en los partidos. ¿Justo o no?

Álvaro Rama | 5 Dec 2012 | 13.19
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En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.
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El coaching en tenis femenino es una práctica constante. A diferencia del circuito masculino donde queda reducido a la Copa Davis, las féminas disfrutan de él casi todas las semanas del año.

Recibir instrucciones del entrenador puede cambiar la dinámica de un partido. Levantar el ánimo, hacer ver por dónde se está escapando el encuentro, detectar en el adversario una debilidad coyuntural donde suele residir una fortaleza,… Decenas de matices que pueden salirse del control del competidor donde el ojo clínico de ese fiel compañero de fatigas puede marcar diferencias. Hablando de una disciplina eminentemente individual donde el factor mental juega un papel clave, nos preguntamos si la exclusión de estas asistencias debiera considerarse un punto a tener en cuenta. Jugar sin red, salir a la pista sin más auxilio que la propia autoestima. Desnudar los duelos al más puro instinto de superación personal. Como en todo debate, hay perspectivas a favor y en contra. Pasamos a desgranar la conversación.

Argumentos en contra:

Reservar la figura del preparador al exclusivo terreno del entrenamiento podría imprimir todavía más relevancia en la formación del jugador. Sabiendo que toda preparación para la competición quedaría reservada para momentos previos y posteriores a los choques, construir un competidor con la frialdad suficiente para encajar los golpes, suficientemente agudo para descifrar las claves del partido y auto-convencido de la posibilidad de victoria sería un desafío impresionante para los técnicos.

Dotar de tal independencia a la competidora a la hora de afrontar sus retos deportivos pudiera fortalecer la maduración. La gestión de los problemas correría a cargo de la persona que directamente los está sufriendo, con necesidad de reacción inmediata derivada de conclusiones propias, haciendo de cada derrota una lección cuyo aprendizaje se antojara decisivo digerir de cara al siguiente duelo. Sobrevivir en un estado de alerta permanente podría ayudar a salir adelante en momentos de tensión máxima donde la correcta gestión de una bola puede marcar la diferencia entre lograr o no el objetivo.

Un cupo considerable de jugadores no puede permitirse los desplazamientos junto a un entrenador durante las giras de torneos. Los gastos derivados de este concepto supondrían un lastre tan importante que el competidor terminaría incurriendo en pérdidas económicas o reducción inasumible de ingresos según qué casos. De esta manera, el desequilibrio económico existente entre las grandes jugadoras y las tenistas de retaguardia –que representan al grueso de la disciplina- podría estar abriendo una brecha creciente derivada de esta imposibilidad de recibir asistencia técnica.

Reducir la pelea deportiva a su máxima expresión, cual dos gallos de pelea enzarzados en la pista sin más armas que su habilidad para infligir desperfectos en el adversario y sin más aliento que el calor de la grada. Despojar a la trifulca competitiva de todo aditivo exterior, permitiendo que las pasiones personales conduzcan el destino de cada competidora.

Las tenistas con mayor capacidad de concentración se encuentran en cierta desventaja respecto a aquéllas tendentes a perder el equilibrio emocional de forma más frecuente. Con mayor capacidad de aguante psicológico que el oponente, cualquier estímulo externo que equilibre el duelo estaría recortando terreno de una virtud que debiera reportar frutos a su acreedora.

Argumentos a favor:

Una parte fundamental en la labor del entrenador consiste en desgranar los rivales que separan a su pupilo de la gloria. Realizar un estudio de situación detallado para detectar los resquicios por los que puede construirse una victoria. Sobre el papel, las características de un oponente presentan unas certezas dadas, permitiendo intuir el escenario más probable a encarar durante el partido. Sin embargo, cada choque es un mundo y puede plantear desafíos no previstos. Ahí, la compenetración y entendimiento entre preparador y jugadora puede marcar diferencias. Un fruto trabajado que no debe quedar sin premio.

Si gozar de la compañía de un entrenador en cada torneo es un complemento caro, el esfuerzo realizado por la competidora para disfrutar de dicho ‘privilegio’ no ha sido barato en la mayoría de los casos. Ningún jugador nace siendo número 1 del mundo, sino que su trabajo diario es el que da la recompensa. En la forma de partidos en pistas centrales, cuadros más benévolos o la posibilidad de tener al preparador técnico disponible siempre que se le necesite en competición. Impedir que haga uso de un activo ganado con el sudor de su frente se antojaría francamente cuestionable.

Muchos deportes cuentan con incidencia directa del entrenador desde tiempos inmemoriales. Con tiempos reservados para la recepción de instrucciones. Tanto disciplinas de equipo –por ejemplo, baloncesto- como deporte de práctica individual –léase boxeo-. Aquellos técnicos capaces de marcar puntos de inflexión en las dinámicas de los sujetos que compiten bajo su mirada constituyen un elemento más a valorar en el deporte, y suponen un foco de interés adicional en el aficionado.

Nadie garantiza que la instrucción dada vaya a surtir efecto o sea necesariamente correcta. La lectura de un partido responde a decenas de factores y las impresiones observadas con el tiempo justo para su procesamiento pueden derivar en recomendaciones equivocadas, echando a perder las opciones de la pupila. La observación del entrenador, con independencia de su experiencia, no deja de tener una cuota elevada de subjetividad. La tensión del momento, la importancia del partido, el escenario de competición,… pueden influir en la agudeza analítica del experto o en el tono de sus indicaciones, siendo su asistencia contraproducente en algunos casos. Si no es infalible, ¿por qué eliminarlo?

¿Tú qué opinas sobre el coaching en tenis –fundamentalmente en su versión femenina-? ¿Debería permanecer o ser eliminado?