Nadal perdió ante Lukas Rosol en su segundo partido de Wimbledon y dice adiós a la hierba en la que este año ha hecho un penoso récord de 2-2 y ha batido o igualado muchas de las peores plusmarcas de su carrera deportiva: Ha perdido contra el segundo jugador con un ránking más bajo tras haber caído contra Mahut, (que por entonces era el 106º jugador mundial), también en hierba, y ha consumado su eliminación más prematura en un Grand Slam, curiosamente en el All England Club, cuando cayó ante Gilles Muller.
Con su derrota un montón de estigmas negativos se ciernen sobre el balear para el final de la temporada: Sin ir más lejos, hoy mismo ha perdido su condición de número 2 del mundo, que quedará en manos de Roger Federer. El suizo, como ya hemos comentado, le arrebataría tal privilegio sólo con hacer lo mismo que él, pero aspira al número 1 si gana el torneo.
Nadal y la hierba
Nadal había modificado muchos comportamientos en los últimos años para adaptar su juego a la hierba. Básicamente los podríamos reducir en un saque cortado que le ayudaba a mover a su rival del fondo para dominarle con su derecha, un revés cortado profundo muy peligroso y una gran actividad en la red para cerrar los puntos. Sus intercambios desde el fondo no eran más que la previa para ir desplazando a su rival, preferiblemente hacia el fondo y lo remataba con buenas voleas en la red. Con esto le alcanzó para jugar la final en las últimas 5 comparecencias en Wimbledon. Un juego seguro, casi sin errores y muy agresivo.
Hoy Nadal volvió a dar un paso atrás y se confirmó como el jugador mediocre de hierba que comenzó su carrera. Restó muy atrás y cedió la mayoría de puntos al resto. Nunca se le vio con posibilidades sobre el saque de Rosol, (el número 100 del mundo), un rival muy menor, y que le dominó a su antojo.
Sin nada que perder, Rosol pegó cada bola como si le fuera la vida en ello, especialmente con su revés, que volvió a demostrarse la mejor arma para afrontar a Nadal. Sin duda, cuando Rafa no hace daño con su golpe cruzado de derecha, se convierte en un jugador plano. Bastante normal. Muy batallador, pero sin muchas más armas definitivas que mostrar.
Ganó el primer set a pesar de ser una manga muy igualada y donde el checo, en todo momento llevó la iniciativa de los puntos. Sin embargo, la competitividad de Rafa, le hizo sobrevivir al bombardeo. No aguantó en el segundo y el tercero que cedió mostrándose claramente inferior al checo.
Contra las cuerdas, compareció sobre la central del All England Club el gran campeón que lleva dentro. Comenzó a pegar, a sentirse mejor, a atacar la bola, a restar largo y agresivo y a acorralar a Rosol. El checo vio lo que se le venía encima y parecía apocoparse. Pero lo que se le vino encima fue el techo.
El crepúsculo de Nadal
La luz natural menguó y la remontada de Rafa se diluyó en el crepúsculo. La interrupción de Roland Garros le favoreció para ganar su séptima corona en París, pero el parón de 40 minutos para techar la central de Wimbledon frenó su imponente crecimiento. Con la luz artificial Nadal menguó y Rosol volvió a crecer. Posiblemente el techo todavía hace más rápida la pista y esta temporada hemos visto, en menos de tres semanas, el culmen del mejor Nadal en pistas lentas, (posiblemente su mejor año en tierra batida), y a un Nadal muy vulgar en pistas rápidas. (Recordemos la tierra batida azul).
Con el techo a Nadal se le hizo de noche, literal y poéticamente hablando. El impulso con el que venía en el cuarto, agresivo, avasallador, intimidador, se quedó en poca cosa ante un Rosol que volvió a encontrarse cómodo con las bolas altas de Rafa a su revés y certero en sus golpes.
Lukas fue mejor. Mucho mejor en el quinto set. Y se llevó la manga con aplomo. ¿Mérito de Rosol o demérito de Rafa? Sin duda, el problema fue de Nadal. Al mejor Nadal el mejor Rosol no le hace ningún set. A este Nadal le hizo tres en el mismo partido, aunque se jugara en condiciones muy diferentes.
Los vaticinios tienen el problema de las críticas airadas en el fallo. Pero, a riesgo de equivocarme, Rosol perderá fácil con Kohlschreiber. El checo, que no tenía nada que perder y se encontraba ante la oportunidad de su vida, se encontró certero con sus mejores golpes. Kohli le va atacar. Va a por él de verdad y jugando como se juega la primera semana en Londres: En la red. Es un jugador mucho más completo y cuyo revés no tiene nada que ver con la derecha liftada de Rafa. A Rosol no le va a dar tiempo de armar su poderoso revés con bolas bajas y planas del alemán. Al tiempo. Suerte si le puede hacer un set.
Este rival, insisto, de un nivel muy menor, fue superior por concepto. Nadal jugó lento y no se adaptó. Estuvo lento, jugó lento y perdió rápido (tomando de Wimbledon a 15 días y sabiendo que éste era el cuarto). La derrota no es dramática, pero puede ser muy significativa. Arma de moral a Federer, (que si teme a alguien aquí, sin duda, es a Rafa en la segunda semana o a Tsonga; Rafa porque en la segunda semana las pistas del All England Club han perdido gramaje y velocidad, pero mucha, y a Tsonga, porque en esas mismas condiciones, le puede discutir un partido). Roger está ante la oportunidad que esperaba. Número 2, en “su casa”, sin su mayor enemigo y con Djokovic en semifinales. Con un cuadro que parece pintado por Picasso, (bonito y fácil) y con dos partidos sólo como verdadera prueba de fuego: la semi contra Nole y la final, más que probablemente contra Tsonga. Muchas revanchas en una y el séptimo cielo, el séptimo Wimbledon a la vuelta de la esquina.
Por su parte Nadal sólo puede ahora pensar en todo lo que hizo mal. Le queda un mes para preparar los Juegos Olímpicos, donde no tendrá la suerte de jugar a 5 mangas cada encuentro. La presión será bestial porque toda España le mira como el gran baluarte de la delegación española, por eso le han dado el estandarte, pero jugando así de conservador y reservón, en hierba, no va a poder “tocar chapa”.
Después llegará la gira americana. Como aspecto positivo que defiende menos puntos que sus rivales. Pero eso será otra historia. Nadal, que ha brillado a la lentitud de la tierra, ha fracasado en la velocidad de la hierba. Mucho que reflexionar. Desde que Roddick cayera en Roland Garros en segunda ronda, ningún número 2 tenía un patinazo tan grande. Para aprender, perder.