Rafael Nadal ha hecho historia en París tras conquistar su séptimo título de Roland Garros tras derrotar en la final al número 1 del mundo, Novak Djokovic y ha batido el récord que tenía Bjorn Borg de 6 triunfos.
En el Bosque de Bolonia, Rafael Nadal ha podido ante las adversidades, ante un rival que le tenía tomada la medida y le había derrotado en las últimas tres finales de Grand Slam que se habían disputado. Djokovic y Nadal, Nadal y Djokovic son los dos grandes dominadores del tenis mundial. Nunca antes se había producido un Grand Slam de finalistas, digámoslo así. El dominio de Nole le llevó a tumbar al español en Wimbledon y el US Open en 2011 y en Australia en 2012. Las victorias se llegaron precedidas de 4 finales más y en Masters 1000, Indian Wells, Miami, Madrid y Roma.
Del 7-0 llegaron las dudas y el dolor. La psicología mandaba. En Australia estuvo cerca. Allí se puso punto final a la historia de las derrotas. Desde entonces Nadal y Djokovic se han visto las caras en tres finales. Todas ellas sobre tierra batida. Aquí manda Rafa. Aquí el nombre Nadal se escribe sobre una arena que no siente que haya mar u Océano capaz de borra esta huella en la orilla. Tampoco llegó el talento serbio.
La bola picaba más alta y corría más y los descomunales palazos planos típicos de Djokovic no encontraban las líneas, el único lugar donde Rafa no llega.
El año pasado construyó autopistas con tantas bolas que derraparon allí. Esta vez los errores no forzados condenaron a Nole.
El reto de Nadal era mayúsculo. Derrotar al número 1 del mundo y a su gran verdugo. La bestia negra más reciente. Lo hizo. No hay retos imposibles para Nadal. Menos si la tierra batida se pone como medio.
Heptacampeón
Siete títulos contemplan a Rafa que sólo ha perdido una vez en toda su carrera deportiva en este torneo, el suyo: Roland Garros. La dificultad es tan grande que no se puede explicar. Sólo decir que nadie lo ha conseguido, que será muy difícil que nadie lo repita y lo que es mejor, (si eres seguidor de Nadal)… tiene pinta de que el récord no va a parar en siete.
La final se desarrolló de una manera rocambolesca. Plagada de breaks. Plagada de cambios en el dominio del juego y el marcador, pero la opción de Nole era seguir pegando a la bola inmensa empapada de agua y con tamaño casi de baloncesto. Las bombas no las podía neutralizar Rafa, porque él las suele envolver. Pero no había celofán suficiente para darle top-spin a estos melones.
La final se reanudó entre amenaza de lluvias e incluso un ligero chaparrón. No hubo suficiente. Nadal no tenía previsto parar hasta llevarse su trofeo. El séptimo.
Rompió a Nole en el juego donde todo se reanudaba. La historia que venía escrita con un 8-1, procedente de un 8-0, acabó con 3-6 a favor del balear. El primer break fue clave. Rafa pegó largo y dominó con su derecha. Nole falló dos bolas y las otras dos se las ganó Nadal. No había nada que hacer. La suerte estaba echada.
Nadal sostuvo sus servicios con eficiencia y Djokovic con nervios. Hubieron serias amenazas para el español en el 5-5. Con 30-30, Nadal encontró su nuevo tesoro. Un gran saque. Resto profundo, pero demasiado: Como la aspiración que llegó a los pulmones de todos los españoles al ver la bola fuera. Con 40-30, se arma el brazo de forma distinta, y si sabes que hay un ángel de la guarda llamado Saque, todo es más fácil.
Con 6-5 Djokovic servía para mantenerse en el partido y Rafa restaba por la historia. Nole la quiso cambiar, pero este guión estaba escrito sobre tierra batida. La arena hoy seca de París.
Djokovic consiguió en el 30-15 su último punto del partido. Aunque lo ganó sonó a epitafio. Tuvo que rematar tres veces, cada cual más nervioso. Bolas fáciles, remates placenteros para el mejor tirador del circuito. La muñeca estaba rígida y la mente mandaba demasiadas órdenes. Es muy bueno, pero es humano.
Nadal procesó la información. Restó larguísimo las dos siguientes bolas. Nole no las controló. La última no la tuvo que ganar Nadal. La perdió Djokovic él solito. Doble falta. Mucha presión. El serbio tendrá que seguir soñando con Roland Garros. Rafa buscar más espacio en su vitrina.
Aquí acaba la historia del heptacampeón. Puede que sea un punto final, pero todo hace apuntar que la siguiente página empieza ya. Roland Garros 2013, el asalto al octavo. Pero esa… esa es otra historia.
Mientras tanto, al albor de la mañana, la hierba ya crece en el circuito profesional: Donde ha habido tierra, ahora habrá césped. Federer aguarda en su bosque. Como un lobo hambriento. Nadal y Djokovic se vuelven a retar. Puente aéreo hacia Londres. Wimbledon quiere más gloria.