Los tenistas también lloran

Novak Djokovic no es el único que acaba un partido entre lágrimas

Raquel Carballeira | 19 Sep 2011 | 12.29
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En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.
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Todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Si partimos de esta premisa, no tenemos por qué dudar -aunque muchos puedan hacerlo- de que las lágrimas de Novak Djokovic ayer en Belgrado no eran de cocodrilo.

Ayer en Belgrado, en la eliminatoria de semifinales de Copa Davis donde Serbia, el país del número uno del mundo, se jugaba contra Argentina el pase a la final de esta competición, el súper-hombre caía ante el dolor de espalda, el cansancio, la presión y el gran juego de Juan Martín Del Potro. Las lágrimas de Djokovic son una de las imágenes del fin de semana porque siempre es impactante ver que esos deportistas de élite que parecen intocables e invencibles, en realidad, también son humanos.

Los motivos por los que los tenistas lloran son variados y cada vez menos excepcionales pero aún así, hay momentos en la historia del tenis que nunca dejan de sorprendernos y jugadores que son auténticos especialistas en tocarnos la fibra sensible. Djokovic es el último en unirse a la lista pero hay muchos más.

El número uno de la clasificación ATP se acaba de consagrar como tal gracias al ataque de llanto de que le dio ayer delante de su público y ante las caras de preocupación del resto de sus compañeros de Copa Davis. Los grandes campeones nos han demostrado con sus lágrimas lo mucho que les importa lo que hacen y el sacrificio y la tensión que tienen soportar para lograrlo. El maestro en esto es sin duda el hombre que más Grand Slams ha ganado en la historia del tenis: Roger Federer.

Roger Federer llora de felicidad en Wimbledon 2003

El maestro suizo empezó su carrera llorando, cuando ganó su primer título de Wimbledon en 2003, y la está acabando de la misma manera. Su llanto en la final del Abierto de Australia en 2009 no sólo podría considerarse de los mejores (si es que es ético hacer una valoración de llantos) sino que además dio pie a situaciones un tanto surrealistas como que las casas de apuestas preparasen pronósticos sobre si Roger Federer iba a acabar llorando al final del partido o no (para que la apuesta fuera válida, las lágrimas tenían que ser visibles a través de las cámaras de televisión, nada de "se le ha metido algo en el ojo").

Al año siguiente en ese mismo escenario que había presenciado uno de los momentos más emotivos de la historia del tenis, para deleite de los espectadors australianos, acogía un nuevo episodio de lloros. En esta ocasión, era Andy Murray el que lloraba al haber perdido contra Federer. El escocés demostró poseer un gran sentido del humor y logró darle la vuelta a una situación en la que estaba a punto de perder los papeles por completo; el británico, que perdía su segunda final de Grand Slam, decía: "Puedo llorar como Roger, es una pena que no pueda jugar como él".

Andy Murray en el Abierto de Australia 2010

Hasta aquel episodio de Federer en 2009, seguramente los ataques de llanto por derrota más recordados pertenecían al circuito WTA. Uno de los más emotivos fue el de la Jana Novotna en Wimbledon 1993; todos lloramos con ella porque parecía que la checa iba a quedar como una eterna "aspirante al título" y que nunca lo iba a ganar, aunque por suerte al final lo hizo cinco años después. En la final que perdió ante Steffi Graf, no sólo se humanizó la jugadora sino que también toda una noble como la Duquesa de Kent ocupará su lugar en la historia por el gesto que tuvo con Novotna. Todo el drama a partir del minuto 5:40.

Algunos años después de estas imágenes se repetía esta maternal escena pero con unas protagonistas que eran madre e hija de verdad. Esta redactora debe confesar que, siendo ferviente admiradora de Steffi Graf, en su momento Martina Hingis, igual que al público francés, me pareció una niña mal criada que no sabía perder. Hoy en día, sin embargo, con la distancia se puede ver lo cercano a la crueldad de la situación. Hingis tenía tan sólo 18 años y hay que tener muy en cuenta el incidente que cambió el rumbo del partido cuando, tras reclamar una bola a "lo McEnroe", la suiza recibió no sólo una penalización sino también un tremendo abucheo por parte del público. Tras perder el partido, su madre tuvo que sacarla del vestuario para recibir el premio de finalista (a partir del minuto 8:48h.).

Graf también ha tenido sus momentos de lágrimas, pese a que parezca que su mejor habilidad está en hacer llorar a los demás, pero en eso le supera sin duda su marido: Andre Agassi. Además de las victorias y derrotas, otro motivo muy habitual en el mundo del tenis para sacar los pañuelos son las despedidas. Una de las más emocionantes fue la de Agassi en la tercera ronda del US Open de 2006, con el tenista destrozado ante la ovación del público.

Una despedida también emotiva fue la que le dieron en el Masters 1000 de Madrid a Severiano Ballesteros. En ese minuto de silencio previo al encuentro de Roger Federer y Rafael Nadal, el mallorquín tuvo que contener las lágrimas para no ponerse a llorar antes de empezar a jugar.

Hay otras ocasiones en las que los motivos por las que el jugador llora son menos públicos. La situación personal de cada jugador le hace "explotar" cuando menos se espera, tal y como le sucedió a Sabine Lisicki en Roland Garros este año. La alemana ya sabía lo que era salir llorando de una pista de tenis por culpa de una dolorosa lesión en pleno partido del US Open de 2009 pero en su encuentro contra Vera Zvonareva de este año, el dolor provenía de la presión. Lisicki acabó perdiendo un partido en el que iba por delante 5-2 en el tercer set.

Normalmente, los jugadores se esperan a la rueda de prensa para dar rienda suelta a sus emociones, como por ejemplo le ocurrió a Juan Martín Del Potro en 2008 tras perder los cuartos de final del US Open ante Murray. Sin embargo, hay otros a los que los nervios les superan en el partido, tal y como hemos visto con Lisicki, y otros que son tan grandes que van más allá.

Pete Sampras no sólo era capaz de ganar partidos pese a vomitar en plena pista (contra Àlex Corretja en los cuartos de final del Abierto de EE.UU. de 1996), sino que aún con lágrimas en los ojos era capaz de dar un recital de saques directos. En los cuartos de final del Abierto de Australia de 1995 ante Jim Courier, la situación personal de Sampras (a su entrenador le habían diagnosticado un tumor cerebral) empezó a relucir en medio del partido. Uno de los momentos más míticos y más surrealistas del tenis moderno a partir del minuto cinco:

El ejemplo de Sampras es el mejor para ilustrar como alguien que nos parece tan perfecto que parece de mentira, que no parece tener mayor interés que el de fabricar tenis y que parece programado para ser frío y ganar, puede romperse y rompernos con ello todos los esquemas. Puede que no sea exactamente el caso de Djokovic pero lo cierto es que el serbio es la última víctima de un deporte que, pese a lo que parezca, no es individual. Las expectativas que se tenían sobre el serbio en la eliminatoria de Davis, hicieron que el joven cometiera el error de jugar cuando no tenía que haberlo hecho; creyó que incluso estando al 60% podría ganar y se olvidó de que a los de su especie siempre se les exige el 200%, con lágrimas o sin ellas.